"Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila" Mariano Moreno

lunes, 28 de julio de 2014

HÉCTOR GAGLIARDI: EL TRISTE DE LA CIUDAD



La sociedad argentina siempre tuvo cierto prurito con lo popular. Esa actitud desdichada de ver siempre un país europeo nos acompaña como la luz de un faro que advierte y no disimula su presencia. No son casuales las divisiones y fracturas que también se dieron en las letras. Florida y Boedo son el mejor ejemplo, pero eso es materia de análisis para otro momento.

Néstor Garcia Canclini expresa en su ensayo Ni culto, ni popular, ni masivo: ¿Cómo hablar de la ciudad moderna, que a veces está dejando de ser moderna y de ser ciudad?  Lo que era un conjunto de barrios se derrama más allá de lo que podemos relacionar, nadie  abarca todos los itinerarios, ni todas las ofertas materiales y simbólicas que se presentan.

Los migrantes atraviesan la ciudad en muchas direcciones, e instalan, precisamente en los cruces, sus puestos barrocos de dulces regionales y radios de contrabando, hierbas curativas y videocasetes ¿Cómo estudiar las maneras en que la ciudad intenta conciliar todo lo que llega y prolifera, y trata de contener el desorden: el trueque de lo campesino con lo transnacional, los embotellamientos de coches frente a las manifestaciones de protesta, la expansión del consumo junto a las demandas de los desocupados, los duelos entre mercancías y comportamientos venidos de todas partes del mundo?




Ese panorama fue el que Héctor Francisco Gagliardi (1909-1984) pintó en el siglo pasado y hoy sin  duda debería responder a esta demanda que Canclini nos expone. Aquella Buenos Aires europea, también era la de esos barrios donde los arquetipos reales circulaban diariamente y el poeta, con la sensibilidad del moralista clásico, rescataba en sus versos. Gagliardi hoy le cantaría a los piqueteros, a los hermanos de los pueblos originarios, a las “saladitas”, a las protestas con los cortes de calle, a los docentes en paro, a las abuelas de Plaza de Mayo, a esa incorporada estética latinizada, a la nueva argentinidad reformulada en sociedad integradora y, sin duda alguna, su efecto sería otra vez la denostación de una raigambre de seudoprofetas aferrados a su linaje y perfumados con esencias importadas de París.

El menosprecio por lo llamado “popular” es  tal vez un deseo no cumplido por parte de un sector acostumbrado a las diferencias. Gagliardi no fue un graduado de Harvard ni un filósofo  de la Université de París. Fue un hombre de a pie, de zapatos gastados en las calles de una ciudad que crecía entre el milagro de una riqueza  de privilegiados y la sumisión de voces ahogadas. Al poeta no se le perdonaba que con esos versos sencillos pudiera llegar al alma de los porteños hasta hacerlos llorar. Esa melancolía tanguera volcada letra a letra sobre el tapiz de una vereda, no era un ejemplo de buena lectura, se acercaba al folletín barato, al texto pobre de los casi analfabetos, al lenguaje procaz de los delincuentes, al bostezo del aburrido. Sin embargo, Gagliardi fue ganando terreno y no tuvo empacho en demostrar que había una realidad social que necesita ser contada.


Héctor Francisco Gagliardi fue un destacado poeta, recitador y letrista de tango, conocido por sus poesías y textos en lunfardo. Fue probablemente el poeta que mayor venta de libros alcanzó en la historia argentina, si se exceptúa el Martín Fierro.

Nació el 29 de noviembre de 1909, en el  barrio de Constitución, en la calle Lima al 900, viviendo durante su infancia y juventud en el barrio de San Telmo. Reconocido hincha de Rácing Club, le llego a escribir más de un poema al club de sus amores. Fue íntimo amigo del poeta Celedonio Flores. Él lo impulsó a recitar sus versos en público, haciéndolo por primera vez en un bar de la cortada Carabelas, centro nocturno tanguero por excelencia. Esa misma noche lo escuchó un productor, Tito Martínez del Box,  quien le allanó el camino para rendir una prueba en Radio Belgrano, donde comenzó a recitar sus poesías en el programa de Jabón Federal, alcanzando un éxito sin precedentes.  El suceso radial Gagliardi se extendió a clubes y teatros. Con los años se convirtió en un personaje de la mitología porteña, llegando a la televisión. Realizó una gira por toda Latinoamérica y extensa temporada en México, más varios discos y libros con sus versos, que se vendían como pan caliente. En plena Segunda Guerra Mundial recitó su poema Reyes Magos, emotiva pieza sobre la guerra, los niños y los juguetes. Toda una arenga. Con ello se ganó el apodo de El Triste, que lo identificaba.



En su estilo mundano y conmovedor, no reconoce comparaciones. Inspirado en el ambiente de barrio, en los duros años ‘30, se fue modelando en creador de letras de tango, para después convertirse en el más popular escritor, recitador de poesías y textos literarios, en un lenguaje caracterizado por versos sencillos, con empleo del lunfardo. Un arquetipo porteño, sin cancherismos, claramente identificado con la gente común. Lo suyo fue describir hechos, lugares, personajes y valores morales de la vida cotidiana, con un sentimiento melodramático. La madre en primer lugar, a la que dedicó varias poesías. Contaba para ello con virtudes naturales: su voz y sus inflexiones, equilibradas entre suspiros y lágrimas, sobre todo en la parte final de cada tema. Sus libros fueron un verdadero boom: un millón y medio de ejemplares, a cargo de la editora Julio Korn. Fue el  preferido del zar de Radio Belgrano, Jaime Yankelevich, quien en los años 1940/50 lo impulsó como artista exclusivo, en horarios centrales.

«Nací en la calle Lima al 900, barrio de Constitución. Mi familia era muy pobre y papá murió cuando yo era un pibe, apenas terminé el colegio me puse a trabajar. Cuando llegué a la juventud nos fuimos a vivir a San Telmo y comencé a frecuentar un café en la esquina de Defensa y Chile, cuando con los muchachos nos portábamos mal, el dueño nos suspendía o no nos dejaba entrar o no nos servía el café. Era la época que con dos pesos en el bolsillo uno era dueño del mundo, pero costaba conseguirlos. A los veinte años, inspirado en ese ambiente de barrio empecé a escribir versos. El primero fue "Media noche" que luego musicalizó Troilo, pero que nunca llevó al disco, el "Media noche" que registró es otro, el de Méndez y Tavarozzi. Luego también con Pichuco hice "Claro de luna" que allí quedó y "Vencido", con música de Orestes Cúfaro, que llevó al disco D'Arienzo con Alberto Echagüe, también "Matrimonio", con música del cantor Roberto Carlés, grabado por los mismos intérpretes".

«Me hice gran amigo de Celedonio Flores, incluso viví en su casa de la calle Loyola cuando estaba recién casado. Yo era cobrador de una empresa importante y él de otra vecina a la mía. Cuando estaba ocupado en sus cosas yo le hacía sus cobranzas y muchas veces le pasé a máquina los manuscritos, llegué a conocer sus versos mejor que él. Era mi ídolo y como me llevaba veinte años de edad, me trataba como un hijo, gracias a sus consejos fui perfeccionando mi poesía. Fue mi padrino de boda y me llevaba a todos lados. De su mano, recité por primera vez en público. Fue en un restaurante de la cortada Carabelas, tras un imponente puchero. Había un grupo de actores importantes, estaban Alippi, Petrone, Magaña. También, Homero Manzi que dijo lo suyo, luego fue Celedonio, que cuando terminó anunció: "Ahora les voy a presentar a un poeta porteño que les va a glosar sus cosas" y me subí a mi silla. Varios me conocían pero no tenían idea de lo que hacía. Les encantó. Entonces se acercó Tito Martínez del Box, quien por entonces era el productor del programa de Jabón Federal. Me preguntó si era cierto que los versos eran míos y luego cuántos tenía hechos. Le respondí que más o menos unos cuarenta. E insistió. "¿Son cuarenta sí o no?" Me sugirió que a la mañana siguiente pasara a verlo por la radio. "Las cosas suyas pueden andar". Lo consulté con Celedonio. "Tenés que ir sin falta, allí puede estar tu futuro".

«A la mañana siguiente llegué a Radio Belgrano a la hora fijada. Mientras esperaba pasaron unos señores bien trajeados que hablaban de un poeta que era una especie de Evaristo Carriego moderno. Tito Martínez me vino a buscar, me llevó a un estudio y allí estaban esos señores: "¡Bueno, recíteles sus versos!" Yo no tenía experiencia. Hice "Cinco guitas", "El almacén", "El sapito" y, cuando levanté la vista, vi que todos los tipos estaban llorando, incluso Tito.
«Cuando comenzó el verano de 1941 el programa de Jabón Federal estaba dedicado al tango y me incluyeron. Tito me pidió que le mandara unas fotografías y como no estaba en onda envié dos de carnet, esas de 4x4, por poco me mata, y yo no tenía plata para fotos de estudio, y en las revistas dedicadas a la radio aparecía chiquitito junto a la inmensa de Azucena Maizani, la estrella del programa".

«El debut fue el 5 de enero de 1941, recién había escrito "Reyes magos" que hablaba de la guerra, de los pibes, de los juguetes. El programa iba los domingos al mediodía, todo el mundo tenía parientes en Europa que estaba en guerra, fue un golpe, un espaldarazo, le amargué los tallarines a unos cuantos. A la semana Tito me llama para que retirara la correspondencia que había llegado a la radio. Eran dos bolsas repletas de cartas. Cuando regresé a mi casa nos abrazamos con mi esposa y nos pusimos a llorar de la emoción, en algunos sobres había pañuelitos, medallitas, estampitas, fue por entonces que me apodaron "El Triste".

«El dueño de la radio era don Jaime Yankelevich, yo le gustaba mucho y enseguida me dio trabajo en otro programa, se llamó "Mediodía Porteño", con la orquesta de Francisco Canaro y me ofrecieron que escribiera los libretos. Fue un éxito y seguimos hasta fin del año. También hicimos una gira a Tucumán y Santiago del Estero con todo el elenco de la radio, se alquiló un tren especial y allí estaban Filiberto, Lomuto, la jazz Santa Anita y tantos otros. Yo me preguntaba si lo mío iba a interesar en las provincias. Cuando me presenté en público y recité "Cinco guitas", "La bolita", "La maestra", me ovacionaron. El programa de Federal iba en cadena a todo el país. Fui la estrella de la embajada".


«Lo mío fue muy rápido, el mismo año del debut en radio apareció el primer libro "Puñado de emociones", que me prologó otro gran amigo, Alberto Vaccarezza. Lo sacó la editorial Julio Korn, sólo dos mil ejemplares. No le di mayor importancia y durante quince días no aparecí por la editorial, anduve en otra cosa, hasta que en la calle me encuentro con el gerente, me andaban buscando, los libritos se acabaron enseguida y ya estaban imprimiendo diez mil más. Después salió "Versos de mi ciudad", "Por las calles del recuerdo", con prólogo de Homero Manzi, "Esquina de barrio", prologado por Cátulo Castillo, más adelante "El sentir de Buenos Aires". En total, entre todos, un millón y medio de ejemplares.

«Pero el éxito no me mareó, a tal punto que recién en 1944, cuando con gran foto en la puerta comienzo a trabajar en El Tronío, el único argentino entre tantas figuras españolas, abandoné mi trabajo de cobrador. Entonces lo hacía para una empresa de aceite para cocina. Recuerdo que a veces entraba a los almacenes y veía mi foto encima de la radio, me pagaban y me iba calladito. Ni se imaginaban que yo era el de la foto. Sólo una vez, un cliente en Chacarita me dijo que yo me parecía a "El Triste". Colmado de orgullo le dije que era el que se encontraba frente a ella. La mujer largó la carcajada y exclamó: "¡Qué buena broma! ¿Usted El Triste?, pero por favor". La gente pensaba que los que trabajaban en radio eran superdotados, no personas de carne y hueso. Nunca más me identifiqué, dejé que pensaran que El Triste era un mito, un ser inalcanzable".
«Con mi labor de recitador empecé a ganar en un día lo que como cobrador ganaba en un mes. Y fui estando en todos lados, en el teatro Maipo, con Adolfo Stray y Fidel Pintos, en locales nocturnos, en otros teatros, en la radio, en la televisión, hice una gira por toda Latinoamérica y viví una buena temporada en Méjico. Hice varios discos de larga duración con mis versos".

«Sé que dicen que mis versos no están a la altura de los grandes poetas, pero no me preocupa. Simplemente soy un creador sincero que le canta a las cosas que conoce y quiere. En mis versos no hay trampas ni mentiras, son realidades que yo conocí de una ciudad llena de encantos, que ahora también los tiene, pero antes era más familiar, nos conocíamos más, éramos compinches, por la calle Corrientes nos saludábamos de vereda a vereda. A mi poesía no la sabría definir con exactitud, pero puedo asegurar que el pueblo la entiende bien.»

Sin lugar a dudas, la radio fue para Gagliardi su mejor apoyo. Es que el medio de los `40 ocupó un lugar preponderante, ya que era el espectáculo que abría las puertas a los hogares. Iba de frente, se empañaba de vínculos con la cercanía, creaba una magia ensoñada. Se hablaba de las cosas cotidianas, de la familia. Se acercaba al humor sano y constructivo. La música en todos sus géneros. Las novelas aquellas con las que se reía y lloraba. 




Era una radio pensada y escrita para no estar solo. Se interpretaba la letra. Prácticamente se actuaba como forma de apuntalar cada idea, tanto en lo artístico como en lo comercial. Eran épocas de grandes ciclos con público en los estudios y muchos frente al receptor. El actor Luis Sandrini y su popular “Felipe”, con libretos de Miguel Coronatto Paz, cuyos paternaire fueron Juan Carlos Torry, Ignacio de Soroa, Julio César Barton y Antonio Carrizo; presentadores consumados en todas las lides. “El Relámpago” con Mangacha Gutiérrez, Guido Gorgatti, Tincho Zabala, Héctor Pascuali, Juan Laborde, con la locución de Jaime Font Saravia. Un programa que se “comía” la popularidad, “Los Pérez García”, con libretos de Oscar Luis Massa, interpretado por Sara Prósperi, Martín Zabalúa, Osvaldo Norton, Perla Black y luego reemplazada por la actriz Celia Juárez. Este programa tuvo una larga vida, se transmitió durante 27 años. Recordamos, los días domingos, jornadas repletas de fútbol, “Gran Pensión El Campeonato”, sobre una idea de Tito Martínez del Box, con personajes que aludían al más popular de los deportes. Doña Asociación, El Millonario, Don Lorenzo, Académico García. Algunos de los actores, Antonia Volpe, Félix Mutarelli, Roberto Fugazot, Zelmar Gueñol, con libretos de Enrique Dátilo.

Pero toda esa época se fue opacando con la llegada de la televisión y aquella magia de la radio dejó paso a la imagen que ganó de lleno a toda la sociedad.

Poema al Padre

Oye negra, ¿Te puedo hablar?
ya los chicos se han dormido
Así que, así que deja el tejido que después te equivocas.

Hoy te quiero preguntar
Por qué motivo las madres amenazan a sus hijos
Con ese estribillo fijo de ¡Ah, cuando venga tu padre!

Y con tu padre de aquí y con tu padre de allá
Resulta de que al final al verme llegar a mí
Lo ven entrar a Caín y escapan por todos lados
Y yo, que vengo cansado de trabajar todo el día
recibo de bienvenida una lista de acusados.

Tú empiezas con tus quejas y yo tengo que enojarme
Igual que hacía mi padre al escuchar a su vieja
Entraba a fruncir la ceja apoyando a ese fiscal
Que en medio del temporal se erigía en defensora
Lo mismo que tú ahora que siempre me dejas mal.

Si los perdono, ¡que ejemplo! ¡es así como los educas!
Si los castigo, ¡no tienes sentimientos!

A mí, a mí que llegué contento y no tuve más remedio
que poner cara de serio
Y escuchar tu letanía

A mí, a mí que me paso el día
pensando en jugar con ellos
yo sueño en llegar a casa y olvidarme felizmente del trabajo
de la gente y de todo lo que pasa

Los hijos son la esperanza
y el porqué de nuestras vidas

Por eso nunca les digas ¡ah, cuando venga tu padre!

No quiero encontrar culpables
quiero encontrar alegría
que no me pongas de escudo como lo hacía mi madre
que consiguió que a mi padre lo imaginara un verdugo

El llegaba y te aseguro que se acababan las risas
Y en lugar de una caricia o hablarle como a un amigo
lo miraba compungido presintiendo una paliza
y el pobre que me entendía, sacudiendo la cabeza
escuchaba con tristeza lo que mi madre decía
Y que él, y que él de sobra sabía

Que con éste no se puede, que me pinta las paredes 
que trajo las suelas rotas, que la calle, la pelota
que me saca canas verdes
¡a la cama sin cenar! Aburrido me ordenaba
mi madre me consolaba y yo, yo lo culpaba a él
a él que había llegado recién de trabajar, cansado
y ya lo había yo amargado con todas mis travesuras
los hijos nunca analizan el sentimiento del padre
porque el brillo de la madre es tan fuerte que lo eclipsa
sólo le hacemos justicia cuando nos toca vivir
a nosotros su problema

ay, si mi padre viviera ¡que recién lo comprendo!
Y por qué nunca me dijo lo mucho que me quería
Si hoy yo sé cuanto sufría al ver enfermo a su hijo
Por qué me miraba fijo el primer pantalón largo
Y sé que, hasta me habrá besado cuando yo
estaba dormido

Hoy que todo lo comprendo
Por qué no estás a mi lado
Por qué no estás ahora para besarte bien fuerte
Viejo lindo
Y ofrecerte mi cariño a todas horas
Ves a tu hijo que llora, pero llora con razón
Porque te pide perdón pensando en aquellos días
En que ciego no veía que eras puro corazón
Déjame negra que llore, es tan lindo desahogarse

En fin, veamos, veamos que hacen nuestros
Futuros señores. Mira esos pantalones
Tápale un poco a la nena
Si, si ya sé, no me lo digas
Hoy se fue a la calle sola
Acuéstate rezongona, mañana, mañana será otro día.


Celos

¿Hasta cuándo - te pregunto- vas a seguir con tus celos
o te crees que vengo a casa, para quererme amargar...?
¡Y no me andés olfateando, que yo no soy ningún perro
si hasta el perfume que llevo, vos misma me lo comprás...!
Y tomá llevate el saco y revisalo a tu gusto
que a lo mejor el pañuelo, tiene una mancha de ´´rouge´´
y te aviso por las dudas, para evitarte el disgusto
que este número que tengo... es del doctor Santa Cruz...!
Y apurate que te falta examinar la camisa
y analizá esta manchita... vas a ver que es de café
que lo tomé sin azúcar... por no usar la cucharita
paradito en Do Brasil a las cuatro y veintitrés...!
Y después le toca el turno al pantalón por supuesto
eso sí... en la cartera, por favor no demorés...!
que siempre cuento ´´la tela´´ por temor a los impuestos
tengo 2 de cincuenta, 6 de cinco y 3 de cien.
Y en vista que la pesquisa no te ha dado resultado
sentate cerquita mío, que me quiero confesar
de todo lo que yo hice, cuando me fui de tu lado
esta mañana a las ocho, después de desayunar...!
Como taxis no venían... me subía a un colectivo
y las cosas del destino, donde el hombre se ubicó
que si es otro se desmaya, pero yo... quedé tranquilo:
¡De un lado Sofía Loren... del otro... Brigitte Bardot...!
¡Y las dos por conquistarme, de rabia se derretían...!
una me dio un codazo... la otra lo repitió...
ésta que me miraba... aquella me sonreía...
que al final, les dije: ¡Niñas, compostura por favor...!
Pero viendo que las cosas más oscuras se ponían
dije al llegar a Congreso, ¡Pare que bajo yo...!
´´No te vayas... cuchi cuchi...´´- me suplicó la Sofía
´´Mi Tarzán... no me abandones´´ -suspiró Brigitte Bardot...!
Eso... ocurrió a la mañana, que la pasé descansando
pero justo al mediodía, un amigo me avisó
que Ava Gardner me esperaba, para tomar un ´´cortado´´
que venía con la Gina y esa rubia Diana Dorst...!
¿Ah... te reís... te causa gracia, y decís que son mentiras
porque jamás una estrella, en mí se podrá fijar...?
¿Entonces que merezco... esa gorda de la esquina
Esa que vende empanadas... en la esquina frente al bar...?
¡O no ves que en tu egoismo, te rebajás a vos misma
cuando el esposo no vale, no hay motivos de celar
y si vale... hay que cuidarlo, no aburrirlo con pamplinas
y hacerle gratas las horas cuando viene a descansar...!
¿O pensás que tus celos, son motivo de cariño
y que a mí, me causa gracia. los papelones que haces...?
¡Si cada día que pasa... sin querer me desanimo
y el día que diga: ¡Basta...! jamás me volvés a ver...!
Esa cuestión de celos, dejala para los novios
que se enojan veinte veces, para volverse a animar...
o te creés de que a mis años... estoy pa´ hacerme el Tenorio
con los problemas que tengo, por mantener el Hogar...!
¡Y no llores que estas cosas, no se arreglan con suspiros
se arreglan queriendo fuerte, con cariño, con lealtad...!
Y ahora vení... dame un beso... y abrazalo a tu marido...
que no le gusta que llores... porque lo hacés aflojar...!


La Maestra

Tan buena como mi madre
y como ella nerviosa,
de las que agrandan las cosas
y que de nada se quejan.
Tenía entre ceja y ceja
esa cuestión del aseo
y en lo mejor del recreo
revisaba las orejas.
Decía que un pajarito
al oido le nombraba
los niños que conversaban
cuando salía un ratito.
Y si un grandote de quinto
armaba la tremolina
Parecía una gallina
cuando tiene a sus pollitos
Nos tomaba la lección
siempre por orden de lista
y obligaba con la vista
a seguir la explicación
Yo era medio remolón
porque andaba por la "G"
y cien veces me chasquié
al preguntar de a traición.
Se pasaba todo el día
prometiendo malas notas
y que en vez de la pelota
estudiaran geometría
Era mujer¡...que sabía
de un golazo de voleo...!
por eso es que en el recreo
los muchachos se rían...
Pero una vez se enfermó
y mandaron la suplente
que enseñaba diferente
y hasta de "usted" nos trató
Y nosotros ¡qué sé yo......!
sería mejor maestra
pero fieles a la nuestra
declaramos el boicot.
Y cuando vino al grado
después de la enfermedad
por poco nos desmayamos
con los gritos que le dabamos
y cuando vio tantas manos
la querían tocar
de floja se echó a llorar
y nosotros la imitamos.
¡Ah! Pobre maestra mía!
¡Como estarás de vieja!...
Revisame las orejas
soy un chico todavía
No sabes con que alegría
quisiera volverte a ver
no me vas a conocer
pero entonces te diría:
Yo ocupaba el tercer banco
al lado de la ventana
el que abría las persianas
cuando el sol no daba tanto
El que ahogaba en llanto
el día que te dejó
y que nunca te olvidó
y es por eso que te canto.
Vos sos la dulce canción
de aquella edad que se fue
hoy he venido otra vez
para darte la lección
Preguntame de a traición
Maestra de 4° grado
que cuanto me has enseñado
lo llevo en el corazón.

Los Reyes Magos

-¡Si vos no te portás bien,
le digo a los Reyes Magos
que te dejen sin regalo
y te quedas sin el tren!...
es que mi vieja, también,
un poco se aprovechaba...!
por que esa noche llegaban
los Tres Reyes de Belén!

La carta la había mandado
sin faltas de ortografía,
así los reyes veían
de que era un chico aplicado.
Hice todos los mandados,
me lave hasta las orejas,
porque ese día mi vieja
me tenia acorralado.

La luna hacia brillar
el lustre de mis zapatos...
Y si ellos fueran chicatos
¿Quién les podía avisar?
Por eso al irme a acostar,
puse la almohada a los pies
y me acosté del revés
para poder vigilar...

¡Cuando más lo precisaba
me vengo a quedar dormido!
Me desperté a los maullidos
del gato de la encargada...
Ya entraba la madrugada
y un trencito, el más diquero,
del umbral me saludaba...

Lo habían dejado de frente
Ya listo para marchar...
con él me iba a despertar
a mi madre alegremente
¡Que alegría que uno siente!
- explicarlo yo no puedo-
¡ Unas ganas de ser bueno,
de ser bueno hasta la muerte


Al que dejaron sin nada
fue al hijo de la de al lado...
¡Como se habrían olvidado!
Siempre “muy bueno” sacaba...
Con nosotros no jugaba
porque en seguida tosía,
y los reyes no sabían
que el padre no trabajaba...


Yo comprendí su dolor
Cuando me vio con el tren:
Se acerco a mirarlo bien
Y después lo acaricio...
A mi me daba calor
de que me viera jugar
Y en casa lo invité a entrar
Y él también se divirtió...


¡Cuantos Reyes han pasado
por la puerta de mi vida.
Y a mí alma dolorida
Cuantas veces la he dejado
como un zapato gastado,
esperando a su Melchor
que le dejara el amor
para un mundo envenenado!


Esta noche por los cielos
llegarán los Reyes Magos;
vendrán trayendo regalos
a los chicos que son buenos,
pero hay otros pibes buenos
en otro lado de la tierra,
que por culpa de una guerra...
¡no han de pasar los camellos!

Señor: yo aprendí a rezar
Arrodillado con mi vieja;
Si nunca te fui con quejas
hoy me tenes que escuchar:
¿Por qué tienen que pagar
esos pibes inocentes,
de que en el mundo haya gente
que sólo piensa en matar?

Ellos ¿qué saben de guerras?...
¡ellos quieren Reyes Magos!
¡y ellos, en vez de regalos
tienen un miedo que aterra!
Si vos pararas la guerra,
pasarían los camellos.
¡Yo te lo pido por ellos!
¡por los pibes de mi tierra!


Abuelita

Tiene la vista cansada,
como cansado el andar, 
y ya se empieza a encorvar
por los años agobiada:
su cabecita plateada,
que termina en un rodete,
la peina tirante y fuerte,
apenitas levantada.

Se quiere meter en todo,
a pesar de que el doctor,
veinte veces le prohibió,
que trabaje de ese modo.
Pero encontró el acomodo,
de amasar para las hijas,
y los sábados se en fija
tiene harina hasta en los codos.

Visita que hace a la nuera,
es visita de inventario;
abre roperos y armarios
y en todos lados husmea
y la nuera que la espera
esconde lo que compró
porque peso que gasto
origina una pelea

A los yernos los defiende
de las quejas de las hijas:
que nunca han sido prolijas
que al marido no lo atienden
y el otro, que no la entiende
se queda lo mas contento
y no sabe que por dentro
la abuela lo compra y vende

Esta lista a cualquier hora
a defender a sus nietos,
que siempre salen absueltos
con tan buena defensora,
“porque los hijos ahora,
se olvidan de lo que fueron”
y al contar lo que le hicieron
pasa a ser acusadora.

Después, saca unas monedas
que tiemblan entre sus dedos
pero, al oír “caramelos”
vuelve a cerrar la cartera,
y mientras todos esperan,
a los padres les pregunta.
¡como a sido la conducta
de una semana entera!

Entonces, viene el revuelo,
y al que dijo “la palabra”
se le dibuja en la cara
la “ve corta”de un puchero
y llora con desconsuelo,
pero entonces, la abuelita
le suena la naricita
con la punta del pañuelo

Y se queda a almorzar
quieren estar a su lado,
y hay que comer apretados
por no oírla rezongar
y para desautorizar
lo que la madre contó
todo el mundo termino
la sopa sin protestar.

¡Abuelita cachacienta,
que por riguroso turno
vas visitando ese mundo
que comprende tu existencia:
tu disculpable impaciencia
la justifica tu edad:
es la vida que se va
con su carga de experiencia

Cuando veo tu figura
siempre vestida a la antigua,
que al bostezar te santiguas
con tu creyente ternura
me siento mas criatura
y sin saber,¡abuelita!
me dejas la monedita
de tu infinita ternura.


Varón

Yo se que te estas peinado,
para salir enseguida,
que dejaste la comida,
por encontrarla quemando,
que te vestís ensayando,
ese paso que aprendiste,
y todo lo que pediste,
tu madre lo va alcanzando...

Como sabe la viejita,
lo que tu apuro reclama,
te dejó sobre la cama,
tu camisa favorita,
bien planchada, prolijita,
al lado de la corbata,
mientra rasca en la solapa,
el lunar de una manchita...

Es claro que no lo ves,
para vos no es importante,
para vos lo interesante,
es de llegar al café,
donde trinfan los express,
generales, codillos,
y el humo del cigarrillo,
le pone toldo a un mashé...

allí esta la muchachada,
del partidito al billar,
despues te irás a bailar,
para caer de pasada,
al volver de madrugada,
otra vez por el café,
y entrar a casa recién,
con la gente levantada...

Lo que te pasa no es raro,
estas en la edad incierta,
del chico que se despierta,
teniendo pantalón largo,
en ese peldaño amargo,
de la escala de la vida,
que por mirar hacia arriba,
se olvida lo que pisamos...

Es claro que sos muy dueño,
para eso trabajás,
y hasta de yapa entregás,
la cuarta parte del sueldo,
por eso que a vos en cuello,
tenés derecho a gritar,
!la toalla donde está!,
!a ver si me traen pañuelos!..

Sos el hombre de la casa,
la esperanza del mañana,
que al discutir con tu hermana,
la hiere tu desconfianza,
que la pone en la balanza,
de tu experiencia mezquina,
diplomada en una esquina,
molestando a las que pasan...

Que si tu padre protesta,
por la vida que llevás,
enojandote te vas,
tirando la servilleta,
sin ver que tu madre inquieta,
llorando corre a buscarte,
y que te moja al besarte,
cuando te alcanza en la puerta...

Pero, decime...
tenés o no tenés corazón ?
o vale mas la reunión,
de la mesa del café,
que ese llanto que le ves,
en los ojos a tu madre,
o que esperas, que sea tarde,
para llorarla despues...

Pero, quedate un día,
una noche tan siquiera,
dejala que ella te vea,
y que tiemble de alegría,
que tocándote te diga,
esta muy dura la almohada ?,
y que su mano arrugada,
te acaricie todavía...

Dale una vez la razón,
a quien tanto te defiende,
a quién tanto te comprende,
con todo su corazón,
que se duerma de un tirón,
y sin esperar tu llegada,
yo, yo te pido esta gauchada,
porque he sido igual que vos...






Héctor Gagliardi falleció el 19 de enero de 1984, en Mar del Plata. Allí iba a actuar, ya con la salud y la vista muy deteriorada Su organismo le dijo basta, el poeta no quería entregarse y terminar como un viejo en la plaza. Tenía 74 años.