"Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila" Mariano Moreno

sábado, 27 de septiembre de 2014

MARTA GIMÉNEZ PASTOR: ME INTERESA ESTAR VIVA



  Marta Giménez Pastor (1923-2002) fue poeta, docente, periodista, viajera infatigable, cordial amiga, amante de la sensibilidad, de la armonía, de la alegría, de la vida y del buen humor.  Nació  en la ciudad de General Pico, Provincia de La Pampa, el 23 de diciembre de 1923. Hija de Carlos Giménez Pastor, director del diario El Mercurio de General Pico y de Sara Aragón Neyra, maestra.

  “Mi infancia fue muy feliz en el campo, en la pampa llena de paz, de rosales, árboles y calles de pueblo”.

  Siendo aún muy pequeña se mudó con su familia a la Ciudad de Buenos Aires, pero siempre quedó ligada sentimental y profesionalmente a su pueblo natal, quien la recordó y reconoció como “Invitada ilustre”.

 “Las imágenes de mi infancia se han fijado en mí con tal firmeza que podría describir la casa en que vivía, el jardín, la plaza, la calle por donde pasaba el desfile de Carnaval, en General Pico”.
  
  Los primeros años de la escritora en Buenos Aires no fueron fáciles. La nostalgia por su pueblo pampeano, por las tardes tranquilas de campo y la pérdida de su único hermano, la hicieron una niña solitaria.

  “Sólo jugaba con mi imaginación por el largo corredor de la casa de la calle Malabia - recordaría años más tarde -  leía, admiraba a mi padre y a mis tíos Arturo y Aurelio Giménez Pastor, veía pintar a mi madre y no compartía fácilmente mi vida con otros chicos”.



  Pero poco a poco Marta fue creciendo en la nueva ciudad y empezó a quererla.  

 “Ahora adoro Buenos Aires. Me gusta todo de Buenos Aires: la gente, el color, su olor.”

  Marta creció entre sueños. Soñó con ser bailarina, pintora, actriz, pianista y modelo. Pero cuando llegó el momento de decidir, no se animó a tomar vuelo con sus inquietudes pese a hacer algunos tímidos intentos como actriz y modelo.
  
  “Yo quería ingresar a Bellas Artes pero mis padres no me dejaron. Tenía que elegir algo decente y bien visto para la época.”

  Entonces la poeta optó por la docencia, un camino marcado fácilmente por su madre, sin saber en ese entonces que esa sería una de sus grandes vocaciones. Fue alumna de Escuela Normal N°1 de Profesoras Presidente Roque Sáenz Peña y más tarde continuó sus estudios en el Instituto Superior de Profesorado de Educación Inicial “Sara C. de Eccleston”.

  “Como estudiante era muy mala, no soportaba las imposiciones ni la sumisión. Tenía mala conducta y vivía con amonestaciones. Me costaba mucho la disciplina por eso más tarde, cuando yo misma fui maestra, lo que transmití en mis clases fue la libertad y la alegría. Yo entiendo la enseñanza dentro de un marco de libertad imprescindible.
Cuando era maestra, los chicos no faltaban nunca, las madres estaban encantadas porque sus hijos tenían ganas de ir al colegio y las directoras solían rogarme para que impusiera disciplina en el aula. No recuerdo, en veinte años de docencia activa, jamás haber repetido una clase. Jamás usé un programa de un año a otro. Para mí fue una fiesta ser maestra.”





  Así recordaba Marta sus años como docente: “Cuando voy por la calle distraída y oigo a mis espaladas esa exclamación intransferible “¡Ey, señorita!” se me revela el oficio de ser maestra. Ser docente es de una riqueza incomparable. Muchos de mis  alumnos se acuerdan de mí como “la mejor y la más divertida de todas las maestras.  Ahora son hombres grandes, que guardan detalles mínimos de su paso por la escuela. Sentí mucho amor por el magisterio. Pero mi primera pasión, las bellas artes, no quedó en el olvido. Con el tiempo llegué a pintar, hacer títeres, a ilustrar y pude transmitirles a mis hijos el amor por las artes.”

  Marta ejerció la docencia durante más de 30 años. Fue maestra de grado,  profesora de chicos y adultos, en el país y en el extranjero. Escribió libros de lectura, asesoró editoriales y revistas infantiles en el tema educativo. Dictó cursos, conferencias sobre literatura infantil en diversas universidades venezolanas y en casi todas las provincias argentinas. Participó en mesas redondas y fue jurado. Trabajó en el Consejo Nacional de Educación dentro de la Comisión de textos y en la Cancillería Argentina, bajo la presidencia de Raúl Alfonsín para colaborar con el proceso democrático.

  Hasta sus últimos años, Marta contó cuentos en las escuelas, promovió la lectura, dio claves a las maestras para estimular la narración y a los niños para disfrutar de la fantasía.




LA SEMANA

Seis días de la semana
se mueven como hamaquitas
pero el domingo parece
una enorme margarita.

Siete días se metieron
Adentro de una manzana
y un gusano distraído
se ha tragado la semana.

OTOÑO

Por un camino largo
color abano
juntando margaritas
se va el verano,
y se quedan los duendes,
abril y mayo,
haciendo los deberes
sobre un zapallo.






EL RABIPELADO BURLADO

Un día, al amanecer, el Rabipelado se encontró con una bandada de trompeteros.
El Rabipelado tenía hambre y los trompeteros buscaban rica fruta para darse un festín.
-Buenas tardes, hermano Trompetero —dijo el Rabipelado, acercándose al más grande de la bandada.

-¡Buenos tardes, hermano Rabipelado!- gritó el Trompetero.

–¡Caramba, hermano, que tengo las orejas delicadas...! protestó el Rabipelado y enseguida bostezó-. ¡Qué rápido se pone el sol!, ¿verdad?... ¡y qué sueño que tengo!, ¡creo que voy a dormir! Y ustedes, los Trompeteros, ¿dónde duermen?

El Trompetero grande, distraído con un coquito brillante que había caído de una rama, contestó:

-Ahí mismo, en esa mata de sekiunwarai.

-Pues yo voy a recogerme por allá... mientras ustedes se acuestan por aquí... -dijo el Rabipelado.

-Está bien -respondió el Trompetero y, con un grito de despedida, la bandada se fue a dormir.

El Rabipelado, calladito, se escondió en un hueco de la mata de sekiunwarai y esperó el anochecer.

Cuando estaba bien oscuro, el Rabipelado se subió a la mata y empezó a tocar las ramas nudosas buscando algún Trompetero. Tocó arriba y abajo, aquí y allá, pero lo único que sintió fueron esas ramas nudosas.

- ¡Hay que ver qué mentiroso es el hermano Trompetero! -refunfuñó el Rabipelado y se acostó en una de las ramas.

La rama –que no era rama...- se movió, pegó un grito y salió volando.

Y ahí se quedó el Rabipelado, encaramado a la mata, hambriento y enojado, mientras la bandada se alejaba.

Todo el día se la pasó el Rabipelado buscando comida. Al atardecer se encontró con un Piacoco, que cantaba en una rama seca.

-Buenas tardes, hermano Piacoco –dijo el Rabipelado, lamiéndose los bigotes- ¿Qué hace usted?

-Aquí, llamando a la lluvia, hermano- contestó el Piacoco.

El Rabipelado se sacudió...

-¡Qué frío tengo! ¿Tú no tienes frío, hermano?... y parece que allí viene la lluvia. Creo que voy a buscar un lugar para protegerme de la noche. Y tú, hermano, ¿dónde duermes tú?

El Piacoco, creyendo que se lo preguntaba por curiosidad nada más contestó:

-Yo duermo en el árbol aquel.

-Pues yo... como que voy a descansar por aquí mientras tú te acuestas por allá -dijo el Rabipelado, y se quedó entre unas piedras esperando la noche.

Cuando oscureció, el Rabipelado se subió calladito al árbol y empezó a buscar al Piacoco. Tocó arriba y abajo. Toco aquí y allá pero por más que buscó y rebuscó no lo encontró. Sólo tropezó con un paquete de ají tostado, cosa que nunca le había gustado.

Por fin, cansado de buscar, se bajó del árbol diciendo:

-¡Qué embustero, caramba, es mi hermano el Piacoco!

Al amanecer, el Rabipelado oyó un ruido en el árbol. Miró hacia las ramas donde había estado y vio cómo el paquete de ají tostado se desenrolló y salió volando con la cola levantada.

-Nnnnggggffff... -gritó rabioso- ¡Ése no era ningún paquete de ají! ¡Ése era un paquete de Piacoco! Ya verás Piacoco, poco a poco...

Pero no le quedó más remedio que seguir su camino, más hambriento que nunca.

Caminando, caminando, se encontró con la Poncha Relojera cantando las seis de la tarde.

-Buenas tardes, hermana Poncha –le dijo el Rabipelado con la lengua afuera y reseca.

-Buenas tardes, hermano Rabipelado -le contesto la Poncha.

-Ya es hora de que se vaya el sol, ¿no crees, hermana? –preguntó el Rabipelado hambriento-. Es hora de dormir, ¿no crees? Yo me voy a dormir ahorita mismo... ¿Y tú... dónde duermes tú, hermana?

Pero a la Poncha no le gustó nada cómo la miraba el Rabipelado con esos ojitos brillantes y la lengua afuera. Por eso apuntó la cola hacia el árbol más alto y le dijo:

-¿Yo? Duermo allá arriba... en la punta de esas ramas —y cantando se subió al árbol mientras el Rabipelado la miraba.

Cuando el Rabipelado vio que la Poncha estaba bien sentada en la rama más alta, se metió en unos matorrales cercanos a esperar la noche.

La poncha, apenas vio que el Rabipelado le daba la espalda, voló al suelo y se quedó a dormir allí como lo hacía siempre.

Apenas oscureció, el Rabipelado se subió rápidamente a la rama más alta del árbol.

-¡Ajá! -pensó-. ¡A ésta sí me la como!

Buscó arriba y abajo, aquí y allá. Recorrió todas las ramas buscando a la Poncha, pero... ¡caramba!, no la encontró.

-¡Qué maligna eres, hermana Poncha!- gritó furioso el Rabipelado-. ¡Y con el hambre que tengo yo!

De rabia se puso a llorar y a saltar y, en uno de esos saltos, se cayó de la punta de una de las ramas más altas del árbol y allí se quedó en el suelo, dolorido y protestando contra la mala suerte.

Dice la gente de la Gran Sabana que por eso huele feo el Rabipelado... ¡por la rabia que aún no se le ha ido, pues!

Cuento de origen venezolano, de la tribu Pemón. Rabipelado: mamífero roedor semejante a la liebre; marsupial, "primo" de los canguros australianos aunque su aspecto no lo denuncie. Trompetero, Piacoco. Poncha Relojera: pájaros característicos de la región de la Gran Sabana, al sur de Venezuela, habitada por la tribu de los pemones. Es de la familia de las grullas y parece un pollo jorobado. Sekiunwarai: Arbusto de la región de la Gran Sabana, al sur de Venezuela.

  La vida de Marta estuvo intensamente ligada a la docencia. Pero Marta Giménez Pastor tuvo otra gran pasión: la poesía.

  “Después de la muerte de mi padre y con el recuerdo permanente de su amor por las letras, me animé discretamente a hacer mis primeros pasos en la poesía. Además, hubo tres libros claves me impulsaron a escribir: Otoño imperdonable de Maria Elena Walsh, Muerte del Adolescente de Maria Granata y La rosa en la balanza de Leopoldo Marechal. Fueron tres elementos que me llevaron a leer poesía. Así la descubrí y fue el encuentro con el destino de la poesía”

  Marta se encontró inmersa en el importante movimiento de vanguardia  Poesía Buenos Aires. De la mano de poetas amigos como César Fernández Moreno, Raúl Gustavo Aguirre, Rodolfo Alonso,  Jorge Enrique Móbili, Fernando Guibert,  Nicolás Espiro, Edgar Bayley; se lanzó a la intimidad de la escritura. Llena de entusiasmo por esta nueva pasión, en 1948, publica su primer libro de poemas para adultos: Canciones para el mar y los caminos, una edición que pagó con su sueldo de maestra.

  En 1950 nace otro libro de poemas Acaso los dos éramos follaje y en 1953, Después noviembre.


  “Finalmente las dos vocaciones que había en mi casa, el periodismo y la enseñanza, no me abandonaron y signaron de algún modo mi vida. Yo escribí, fui maestra, me casé con el poeta y periodista, Daniel Viacava y mis hijos intentaron, de alguna manera, seguir caminos afines”. Junto a su esposo funda la revista literaria Trayectoria.

  “Entre diciembre de 1953 y mayo de 1954 dirigíamos “Trayectoria“, un volante de poesía que, por una parte, intentaba ser, con grandilocuente ingenuidad, un testimonio permanente de la poesía argentina”.

  Así describieron Marta y Daniel Viacava su revista literaria,  que a pesar de su corta aparición atrajo a muchos poetas y estudiosos.

  En 1959, con su nuevo libro de poemas El Campeón, gana el Premio Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (S.A.D.E.) . Ese mismo año publica junto a su marido la Selección poética femenina 1940-1960.






  Sin abandonar su trabajo como docente, Marta Giménez Pastor, se encuentra cada vez más presente en el ámbito literario de la época, rodeada de escritores y amigos, todos unidos por el amor a la poesía.

  Luego de ser madre de tres hijos y de años de trabajo junto a los niños, en 1967, Marta Giménez Pastor decide aventurarse en la literatura infantil y publica su primer libro de poesía para chicos Versos en sube y baja, obra con la que ganó el I Premio del Fondo Nacional de las Artes (1969).
  
  Tras este reconocimiento, su producción no terminó de expandirse. “Creo que frente a la página en blanco y al torbellino de ideas y palabras que nos desbordan, la responsabilidad y el compromiso son idénticos cuando se escribe para adultos o para niños. La diferencia está en la sonrisa. Escribir para niños es como un recreo en nuestro oficio permanente. Nos trae recuerdos de infancia, imágenes lejanas y mucha ternura”.



  Escribió obras de teatro, poemas, cuentos, textos escolares. Incursionó en la televisión, la radio y  el periodismo. Fue colaboradora  de revistas argentinas especializadas como Billiken, Anteojito, Jardincito y en secciones infantiles de diversos medios. Agregó a su quehacer la crítica de teatro y libros infantiles en los diarios Clarín y La Nación, en la revista Claudia, Vosotras y medios del  interior del país. Apoyó y participó del teatro infantil con gran pasión y manifestó permanentemente su amor por los títeres. Participó en decenas de mesas redondas y consultas periodísticas sobre poesía, literatura y el teatro para niños.

  Sus poemas y cuentos fueron publicados en los medios periodísticos más importantes de la Argentina. Participó anualmente hasta sus últimos años en la Feria del Libro de Buenos Aires y fue  invitada por diferentes gobernaciones del país. Publicó semanalmente, durante 5 años, cuentos cortos infantiles en la edición dominical del diario La Nación. Fue asesora de la Editorial Magisterio y Río de la Plata y dio  la oportunidad  a autores y dibujantes de nuevas generaciones.

  Su vida se pobló de premios, viajes, becas, invitaciones, homenajes, cursos , participaciones y entrevistas. Tras dedicarse con afán durante más de 30 años a la docencia, al mundo mágico de la poesía y a la literatura infantil, con más de 50 libros publicados, premios y distinciones, entre ellos el Premio Nacional  y el Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires y con la ausencia de su marido, Marta Giménez Pastor decidió dedicarse a los viajes, a sus nietos y regresar a la literatura para adultos.

  “¿Acaso existen escritores para altos, para petisos, para flacos? ¿Por qué tiene que haber escritores para niños? Hay poetas a secas o no hay nada , decía mi amigo Fernando Guibert y tiene mucha razón. Yo me siento escritora y punto”.

  Entonces como amante de la poesía, publicó una serie de antologías de poemas de grandes autores como Palabras a mi hijo o Palabras a mi madre y  en 1998, editó su propio y último libro de poesía para adultos Agua Florida.






   Marta Giménez Pastor dejó una obra rica, variada y muy valiosa con más de 40 libros infantiles publicados, 8 libros de poesía para adultos, antologías, artículos periodísticos, dibujos, pinturas, manualidades, títeres, pesebres y decenas de intereses más. También cuentos para niños sin publicar y una última obra inédita para adultos dedicado a la presencia de la mujer en el tango. Su título: Mariposas de Arrabal.

  “Soy escritora y no programo el destino de mis obras ni elijo mis lectores. Feliz con mi profesión, escribo, escribo sin preguntar para quién. A veces me aceptan mis contemporáneos, a veces me aceptan los chicos y otras veces son las mariposas, las que llevan mis manuscritos de árbol en árbol.”

   Marta falleció el 16 de febrero del 2002, en la ciudad de Buenos Aires.


  “Me interesa todo. No conozco el aburrimiento. Me interesa estar viva, y de ahí parten las cosas”.









Poesía para adultos

•          Canciones para el mar y los caminos (1948)
•          Acaso los dos éramos follaje (1951)
•          Después noviembre (1953)
•          El Campeón (1959)
•          Selección Poética femenina en colaboración con J.D.Viacava (1965)
•          Cosas de la vida (1975)
•          Antología "Cuentos de amor de autores argentinos" (1998)
•          Antología "Palabras a mi madre" (1998)
•          Agua Florida (1998)
•          Antología "Palabras a mi hijo" (1999)

Obra para niños

•          Versos en sube y baja (1967)
•          Miau (1972)
•          La pancita del gato (1975)
•          El sol en un bolsillo (1977)
•          Un regalo de Pascuas (1978)
•          El carretel de la Tía Iris (1978)
•          En el cielo las estrellas (1980)
•          La brujita Trik (1980)
•          Corazón de galletita (1981)
•          Queridos animalitos (1981)
•          Aventuras de la brujita Trik (1986)
•          Fui por un caminito y otros cuentos (1986)
•          El libro de Juanito (1987)
•          Cuentan mis abuelitos (1988)
•          A la lata al latero (1988)
•          Caramelos de amor y otras dulzuras (1988)
•          El señor Batata (1989)
•          Andar por los aires y otros cuentos (1989)
•          Un barrilete a la luna (1990)
•          Pajaritos para Caroline (1990)
•          El duende de los sueños (1991)
•          Una vaquita en el jardín (1991)
•          Silbando bajito (1992)
•          El ángel del buen aire (1992)
•          Los cuentos que cuenta el viento, 1993
•          100 cuentos de Marta Giménez Pastor para leer antes de dormir (1993)
•          Llegaron los chicos (1995)
•          La sopa de los bostezos (1995)
•          Vinieron, vinieron y nunca se fueron (1999)

Obras de teatro

•          Respetable público - 6 obras de teatro para títeres (1974)
•          ¡Qué comience la función!- 4 obras de teatro para títeres (1988)
•          Arriba el telón

Premios y distinciones

•          1960. Premio Faja de honor de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) por su libro de poesía El Campeón.
•        1965. Participación del premio Martín Fierro como libretista de la emisión televisiva Cuentos de nunca acabar.
•          1968. Premio del Fondo Nacional de las Artes Argentinas por su libro Versos en sube y baja.
•          1968. Premio Elefante de Plata en el Festival de teatro infantil de Necochea.
•          1969. Beca de la Comisión Fulbright.
•          1970. Premio Municipal de la ciudad de Necochea, por su trayectoria en el teatro para niños.
•          1972. Premio Centro Editor de América Latina por su libro Miau.
•         1976. Premio Faja de honor de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) por su libro La pancita del gato.
•           1984. Premio Konex - Diploma al Mérito en Literatura para niños de la Fundación Konex -
Argentina
•      1990. Premio Municipal de la ciudad de Buenos Aires-categoría Teatro infantil- por su obra Respetable Público.
•          1992. II Premio Nacional de literatura infantil por su libro Andar por los aires.
•       1994. I Premio Nacional de literatura infantil por su libro 100 historias para leer antes de ir a dormir.

•          Ciudadana ilustre de la ciudad de General Pico - La Pampa - Argentina.


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