"Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila" Mariano Moreno

jueves, 28 de mayo de 2015

RAMÓN DOLL: EL MALDITO DE LOS MALDITOS




  “A principios de los 60 conocí a Doll, compañero de luchas de Ernesto Palacio y de los Irazusta, miembro distinguido del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, crítico implacable de la mediocridad intelectual y política. Estaba ya viejo y carcomido por el Alzheimer, y lo encontré en una confitería "La Fe", que estaba, por entonces, en avenida Santa Fe y Junín. Lo cuidaba su hija y, a veces, surgía algún destello de su verba demoledora. Siempre me atrajeron sus trabajos recopilados en libro ("Acerca de una Política Nacional", "Lugones el Apolítico", "Policía Intelectual", "Las Mentiras de Sarmiento") y me tocó prologar uno de los reunidos en el volumen que le dedicó la "Biblioteca Nacionalista". Existe aún una gran masa de material inédito, disperso en diarios y revistas de la época, parte del cual había reunido Jorge Castellani para un segundo volumen de la "Biblioteca", que nunca se publicó. Hay una sabrosa anécdota dolliana que debo a otro gran amigo ausente, Roque Raúl Aragón. Raúl Scalabrini Ortiz venía de publicar en 1933 "El Hombre que está solo y espera". Este gran correntino, Scalabrini, había quedado encandilado por las "luces del centro", por el Buenos Aires bohemio de la época, y creía encontrar en cada varón solitario que mataba el tiempo en un café el elemento germinal del país. Tengo en la biblioteca la primera edición del libro, en cuya tapa dibujó José Sebastián Tallon los rasgos del solitario que espera: son, muy logrados, los del propio Scalabrini. Una noche, en un café, Doll y Scalabrini se cruzan y el primero manifiesta su poca atracción por el libro; Raúl lo desafía a realizar una crítica. Entonces, en "Claridad", publicación socialista, Doll se despacha contra esa búsqueda del "espíritu de la tierra", al que le fija domicilio en la esquina de Corrientes y Esmeralda, propiamente en el sótano del "Royal Keller". Y el implacable gordo decía:


"Chorro grueso de sensiblería, como esos beodos que se abrazan y se llaman "hermanos" al rato de conocerse... chorro grueso de lamentos macarrónicos en notas de bandoneón, cercano al que puede sentir el robusto ciudadano después de una "reunión" en que ha dejado el alquiler de su casa o el pipiolo de 18 años cuando ha perdido Racing... Ya tenemos el substrato afectivo del hombre de Corrientes y Esmeralda: es un pobre mozo sin vida interior alguna, de una vaciedad espiritual casi polar y que de tan vacío se aburre y de tan aburrido, se entristece y de tan triste se va al café. (¡Oh, paño de lagrimas, oh catedral, oh biblioteca y Universidad del hombre!) y allí, en el café, sigue bostezando frente a dos o tres marmotas, tan vacíos... y tristes como él. En los cafés no se aprende nada, ¡desengáñese de una buena vez, Scalabrini!. Esto es una biblia para el zonzaje"

¡Biblia para el zonzaje! Scalabrini (el "Petizo Bernini" Adanbuenosayres, la novela de Marechal) se sulfuró y retó a duelo al gordo. El encuentro fue en la clásica quinta de Delcasse, la "Casa del Ángel", donde hoy funciona un shopping, en el barrio de Belgrano (Cuba y Sucre). Doll era alto y pesado; Scalabrini, petizo y ágil; además, gran tirador de sable, arma elegida para el lance. Raúl, al salir para el duelo, prometió a su mujer traerle las orejas del gordo en un frasco; Ramón, fiel a su estilo, nada le dijo a su familia. Doll sólo sabía parar y presentar; se planta pétreo y aguanta a un Raúl que salta y ataca desde todos los ángulos. El lance se prolonga y, finalmente, Doll resulta herido en el antebrazo. El médico certifica que el desafío no puede seguir. Finale: Ramón Doll meando pacíficamente entre los arbustos, con su brazo vendado; más lejos, Scalabrini mandando al aire una puteada fenomenal, porque la presa se le había escapado y mantenía aún las orejas pegadas al cráneo. La historia cuenta que, aunque ese día no hubo reconciliación, al final fueron amigos.”

  Este texto que pertenece un fiel amigo de Ramón Doll (1896-1970), nos muestra de cuerpo entero como era ese abogado, periodista, ensayista de piel y hueso socialista. Cuando se dividió el Partido Socialista, se fue con los "socialistas independientes" (Antonio De Tomaso y Federico Pinedo), pero luego retornó al socialismo de Repetto. Más tarde, en 1936, se incorporó al nacionalismo.

  Julio Irazusta lo consideraba un precursor de las ideas del nacionalismo. En 1937 apoyó intelectualmente a la Alianza de la Juventud Nacionalista, que en 1941 cambiará su nombre por el de Alianza Libertadora Nacionalista. De entrañable vocación periodística, fue una de las plumas mayores de Nuevo Orden, que dirigía Palacio entre 1940 y 1942, de La voz del Plata, cuya dirección recaía en Rodolfo Irazusta, entre 1942 y 1943 y también del semanario peronista Política, conducido por Ernesto Palacio hasta 1946.   A partir de 1938 fue colaborador de la revista del Instituto de Investigaciones Históricas "Juan Manuel de Rosas".
 


  En 1939 se publica un libro clave de su autoría: Acerca de una política nacional, donde critica al liberalismo argentino, especialmente a la generación que elaboró la Constitución Nacional de 1853, a la que describe como una minoría extranjerizante que gobernó sin base popular, convirtiendo al Estado en "una especie de gerencia o agencia local de grandes empresas financieras y organizaciones internacionales". Tienen gran vigor en el libro citado sus denuncias a los privilegios de la prensa, especialmente los grandes diarios. También sus referencias a un vicio de la política argentina: el "curialismo" o "gobierno de los abogados".

   Doll apoyó activamente tanto a la revolución del 43 como a los gobiernos peronistas, ocupando cargos públicos. En 1943, el Ministerio de Hacienda de la intervención de Tucumán; entre 1944 y 1945 fue rector interventor de la Universidad de Cuyo; desde 1946 hasta 1955 se desempeñó como asesor letrado de la Fiscalía de Estado de la provincia de Buenos Aires, y asesor letrado de Transportes de la Capital Federal. Su actuación pública cesó a partir de la Revolución Libertadora y fue entonces que decayó su actividad intelectual. A partir de la aparición del semanario Azul y Blanco en 1956, dirigido por Marcelo Sánchez Sorondo, colaboró con artículos fieles a la línea fundamental de su pensamiento.

   En su juventud adhirió al anarquismo y así lo expresa su primer libro, El caso Radowitzky, elogiado años después por Osvaldo Bayer. Posteriormente como activo militante del Partido Socialista fue redactor de la izquierdista revista Claridad, donde comenzó a hacer gala de un estilo desmitificador y mordaz que ponía en ridículo sin retorno a consagrados literatos. De esta época data su agudo análisis de la obra de Ricardo Guiraldes Don Segundo Sombra y su caracterización de la figura de Paul Groussac.
  





   Socialdemócrata en lo político, mitrista en lo histórico y positivista en lo filosófico, son acompañados sus ensayos de un filoso democratismo, al encuentro siempre de un pensamiento auténtico. Confrontando por entonces con La gran Argentina de Leopoldo Lugones, condenó también a la persona de Enrique Ferri por su salto del socialismo al fascismo, camino que el mismo, sin saberlo, trágicamente recorrería.

  Su posicionamiento en 1931 del lado de la derechista, escisión encabezada por Federico Pinedo y Antonio De Tomasso en el Partido Socialista Independiente,  le provocaría cierto replanteo de perspectiva histórica y si bien vuelve al núcleo del partido, al poco tiempo comienza un nuevo trajinar.

   Es por el aporte de interpretaciones del pasado nacional, rescatado por una corriente historiográfica surgida dos décadas después y conocida como "revisionismo socialista", cuyos principales ideólogos fueron: Jorge Abelardo Ramos y Jorge Enea Spilimbergo.


   El itinerario político e ideológico de Doll es bastante peculiar, lo que provoca en el lector que aborda su obra cierta simpatía en su pensamiento inicial y una repugnancia decepcionante al ver la forma en que tan poderoso y profundo  pensamiento se humilla en la reacción desencantada sin vuelo.

   A fines de la década del 30´ la decepción colectiva que le provoca el suicidio de grandes personalidades argentinas, se suma en el caso de Doll al silenciamiento al que es sometido y a su perdida de fe en la transformación social por parte de las masas. Estas pesadumbres lo orientan a refugiarse en  el  Instituto de Investigaciones Históricas. Juan Manuel de Rosas, donde comparte su aislamiento junto a personalidades, antes por él denigradas, propias del nacionalismo patricio, Julio Irazusta y Roberto de Laferrere. Compañías que le harán volcar  sus simpatías en el conflicto mundial hacia las fuerzas totalitarias del eje. Comienza, de esta manera, su decadencia intelectual donde expone descaradamente antidemocratismo, antisemitismo y su, ahora, desprecio por las masas inmigrantes. Su colaboración en pasquines abiertamente reaccionarios y defensores del "Nuevo Orden" como Cabildo y El Pampero nublan definitivamente su aporte analítico, dejando lugar al prejuicio y al insulto propio del resentimiento y falta de esperanza.

  Publica en este marco, a principios de la década de los 40´, dos textos de poco aliento  Del servicio secreto ingles al judío Dickmann e Itinerario de la Revolución Rusa donde expone sin tapujos sus nuevas preocupaciones.

  Fue un bravucón, un peleador, un pedante y autosuficiente que criticaba a todos. Así se despachó contra políticos e intelectuales como Leopoldo Lugones: “Lugones resultó un hombre incómodo en materia política para un pueblo como el nuestro, que sufre inmensas taras educacionales y que está oprimido por un complejo de inferioridad motivado por el enfeudamiento económico al extranjero. Desde hace 80 años se nos viene diciendo que no somos bastante civilizados y que no hemos progresado lo bastante. Que somos indignos de la gran riqueza que nos deparó el destino y que si queremos ser algún día dignos, debemos entregarla aún más al progreso europeo y a la civilización europea. Vivimos humillados.”



  “Ahora, Lugones era un majestuoso cóndor de gigante envergadura que se pasó la vida haciendo maravillosos ejercicio de vuelo, anegándose en el infinito azul. Aquel alarde asombroso de vitalidad, como espectáculo de belleza ha sido genial -solamente su conversación era un poderoso dinamo de prodigiosa energía-, pero en el angosto, limitado y empequeñecido cerco de nuestra realidad política, lastrada por la acción de frenos inhibitorios determinados por nuestro vasallaje colonial, la vista del grandioso y armonioso dominador del aire, irritó. Esta es la verdad. Don Leopoldo tuvo y tiene millares de respetuosos admiradores de su talento, pero eso que se llama arrastre, eso que conquista la magia persuasiva del hombre que concita otros hombres para la minúscula empresa del diario acaecer, eso no tuvo.”

   Tras el golpe de junio de 1943 sus amigos nacionalistas le dispensan algunos cargos administrativos en la órbita estatal, espacio perdido ante el ascenso del movimiento de masas.  A partir de este momento un mutismo ante las nuevas problemáticos nacionales lo encuentran sin tener, prácticamente nada que decir hasta su muerte en 1970.

  En una oportunidad la  revista Confirmando describió a un Doll aquejado por el mal de Parkinson -ésta era su verdadero mal no el Alzheimer-  a quien  tras un portazo desdeña la invitación a conversar expresando; "¡Aquí no vive ningún Ramón Doll!". Refugiado ya en un misticismo de misa diaria y sumamente deteriorado. Un periodista de ese medio conociendo la situación escribió: "Ahora es él quien espera, solo, sin amigos el ultimo acto de su vida contradictoria, agitada por los mismos fantasmas.  Ramón Doll es definitivamente un personaje del pasado”


  Figura olvidada y despreciada por igual por la superestructura cultural que día a día señala a sus figuras de cuño liberal y/o progresista, Doll ostentaba una sagacidad literaria y agudeza política para señalar nuestra dominación.

  Salvo Norberto Galasso o Alberto Buela, son pocos los que hoy se atreven a estudiarlo o aunque sea citarlo.

   Señaló Norberto Galasso que en 1958 el semanario Azul y Blanco envió un reportero que recogió esta apreciación de Doll refugiado en el ostracismo: "... pido disculpas, pero hay gente que estamos abatidos del todo y para los cuales, ya hoy es demasiado tarde".



Publicaciones

* "Ensayos y Críticas", 1929
* "El caso Radowitzky", 1929
* "Crítica", 1930
* "Reconocimientos", 1931 (Premio Municipal de 1932)
* "Policía Intelectual", 1933
* "Liberalismo en la literatura y la política", 1934
* "Acerca de una política nacional", 1939
* folleto "Del servicio secreto inglés al judío Dickmann", en referencia al diputado socialista Enrique Dickmann, 1942
* folleto "Itinerario de la Revolución Rusa ", 1943
* "Lugones, el apolítico y otros ensayos", 1966 (compilación de Arturo Cambours Ocampo editado por A. Peña Lillo)

Colaboración periodística:

• Revista "Claridad" (socialista) como Redactor en los '30

• Periódico " La Vanguardia ", años '30

• Semanario "Señales" 1935-1936

• Periódico Nuevo Orden, que dirigía Ernesto Palacio entre 1940 y 1942

• Periódico La Voz del Plata, dirigido por Rodolfo Irazusta entre 1942 y 1943

• Periódico "El Pampero", de Enrique P. Osés, por mitad de los '40

• Revista "Nueva Política" que dirigía Juan Pablo Oliver, en los '40

• Revista "Cabildo" en los '40

• Semanario Política, de Ernesto Palacio (peronista) hasta 1946

  “A mi generación le han faltado críticos, porque los universitarios que hubieran podido serlos, se dedicaron a la cátedra acaso un poco asqueados de nuestra producción. No es posible hacer crítica sin dominio de eso que se llama cultura general y que un bachillerato bien trabajado es condición sin qua non para obtenerla. Un novelista o un poeta pueden vencer sin organización de ideas; un crítico, no. La falta de cultura universitaria es una gravísima dificultad para la crítica, sin decir que sea insalvable. Yo recuerdo el caso Julio Fingerit, audaz macaneador (y uso el término con toda propiedad; no puedo sustituirlo) que tuvo la osadía de presentarse como preceptor del arte de novelar, creyendo que el barullo, la incoherencia, la oscuridad, podían ocultar su escolar preparación. Sostengo que Fingerit era el primer engañado, creyendo que eso era una visión profunda del arte y el engaño era hijo de su deficiente autodidactismo. Un cursillo de preceptiva literaria en el 4to. Año del nacional, ligeramente realizado, hoy mismo lo haría enrojecer de vergüenza a Fingerit, ante la obra crítica.”

  “La generación que nos viene siguiendo, muchachos ya de 20 a 25 años, trae un elenco de críticos universitarios, estudiantes de filosofía y letras, de derecho, de medicina, en los que me parece observar una saludable repugnancia por mucho charlatán de café o de pasquín, de que nuestra generación adoleció. Enrique Anderson Imbert, José Bianco (hijo), Lisardo Alonso, León Ostrov, Enrique Mallea, Ignacio Anzoátegui, todos siguen o han terminado sus cursos en la Facultades, son inteligentes, pueden reírse de la sabiduría oficial…porque la conocen, y ¡cuidado!, pues vienen con odio a la pasquinada, a la improvisación periodística, a la polémica de la mesa de café, a la ignorancia agresiva, que fueron los dones de nuestra generación en materia de crítica.”

  “Y para la generación llamada nueva, no es ya la hora de estudiar, sino la de haber estudiado…”

Algunas notas sobre la crítica. 1933






  “Si el “Facundo” es biografía, novela, epopeya, historia o novela histórica o historia novelesca, ha preocupado como es lógico, a muchos críticos. En general, se ha resuelto que es todo eso mezclado y en definitiva, podría decirse que es un antecedente de las biografías noveladas puestas en boga en estos últimos años. Sarmiento suplió las omisiones y las miopías históricas, con formidables intuiciones estéticas, y estas intuiciones, mentiras científicas, pero verdades artísticas. Dieron al libro estilo y grandeza que sobreponen a los errores o prejuicios o anacronismos de que hemos hablado.”
  “La calificación estética es un asunto superficial”.

Las críticas del Facundo / La calificación estética del “Facundo”.

  “Si se reparan estas y otras críticas sobre el “Facundo”, se observa que todas incurren en el error de juzgar el libro por su contenido, por lo accidental y transitorio, material que utilizó Sarmiento para dar forma a una idea: la de que la vida argentina se desarrollaba como un flujo y reflujo de corrientes nacionales, autóctonas y corrientes extranjeras - entre la vida irracional, instintiva, vegetativa y la influencia de lo racional e imitativo que imprime Buenos Aires, sus “élites” dirigentes y pensantes al resto del país.”
  “Haber animado con personajes que puedan sustituirse en cualquier momento histórico, ese ritmo dramático de nuestra historia, es el mérito de “Facundo”.”

   “Todo lo demás, los juicios de valor sobre este o aquel concepto nacionalista, sobre si el gaucho era malo o bueno y sobre tal o cual bando político, no es lo permanente del libro que quedaría, siendo inmenso, si pusiéramos sí, donde Sarmiento dice no, o blanco donde dice negro. Pero haber bosquejado los antagonismos dramáticos que explican la dinámica de la historia argentina, es la gloria de Sarmiento.”


La significación argentina de este libro.