“A principios de los 60 conocí a Doll,
compañero de luchas de Ernesto Palacio y de los Irazusta, miembro distinguido
del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, crítico
implacable de la mediocridad intelectual y política. Estaba ya viejo y
carcomido por el Alzheimer, y lo encontré en una confitería "La Fe",
que estaba, por entonces, en avenida Santa Fe y Junín. Lo cuidaba su hija y, a
veces, surgía algún destello de su verba demoledora. Siempre me atrajeron sus
trabajos recopilados en libro ("Acerca de una Política Nacional",
"Lugones el Apolítico", "Policía Intelectual", "Las
Mentiras de Sarmiento") y me tocó prologar uno de los reunidos en el
volumen que le dedicó la "Biblioteca Nacionalista". Existe aún una
gran masa de material inédito, disperso en diarios y revistas de la época,
parte del cual había reunido Jorge Castellani para un segundo volumen de la
"Biblioteca", que nunca se publicó. Hay una sabrosa anécdota dolliana
que debo a otro gran amigo ausente, Roque Raúl Aragón. Raúl Scalabrini Ortiz
venía de publicar en 1933 "El Hombre que está solo y espera". Este
gran correntino, Scalabrini, había quedado encandilado por las "luces del
centro", por el Buenos Aires bohemio de la época, y creía encontrar en
cada varón solitario que mataba el tiempo en un café el elemento germinal del
país. Tengo en la biblioteca la primera edición del libro, en cuya tapa dibujó
José Sebastián Tallon los rasgos del solitario que espera: son, muy logrados,
los del propio Scalabrini. Una noche, en un café, Doll y Scalabrini se cruzan y
el primero manifiesta su poca atracción por el libro; Raúl lo desafía a
realizar una crítica. Entonces, en "Claridad", publicación
socialista, Doll se despacha contra esa búsqueda del "espíritu de la
tierra", al que le fija domicilio en la esquina de Corrientes y Esmeralda,
propiamente en el sótano del "Royal Keller". Y el implacable gordo
decía:
"Chorro grueso de sensiblería, como
esos beodos que se abrazan y se llaman "hermanos" al rato de
conocerse... chorro grueso de lamentos macarrónicos en notas de bandoneón,
cercano al que puede sentir el robusto ciudadano después de una
"reunión" en que ha dejado el alquiler de su casa o el pipiolo de 18
años cuando ha perdido Racing... Ya tenemos el substrato afectivo del hombre de
Corrientes y Esmeralda: es un pobre mozo sin vida interior alguna, de una
vaciedad espiritual casi polar y que de tan vacío se aburre y de tan aburrido,
se entristece y de tan triste se va al café. (¡Oh, paño de lagrimas, oh
catedral, oh biblioteca y Universidad del hombre!) y allí, en el café, sigue
bostezando frente a dos o tres marmotas, tan vacíos... y tristes como él. En
los cafés no se aprende nada, ¡desengáñese de una buena vez, Scalabrini!. Esto
es una biblia para el zonzaje"
¡Biblia
para el zonzaje! Scalabrini (el "Petizo Bernini" Adanbuenosayres, la novela de Marechal) se sulfuró y retó a duelo
al gordo. El encuentro fue en la clásica quinta de Delcasse, la "Casa del
Ángel", donde hoy funciona un shopping, en el barrio de Belgrano (Cuba y
Sucre). Doll era alto y pesado; Scalabrini, petizo y ágil; además, gran tirador
de sable, arma elegida para el lance. Raúl, al salir para el duelo, prometió a
su mujer traerle las orejas del gordo en un frasco; Ramón, fiel a su estilo,
nada le dijo a su familia. Doll sólo sabía parar y presentar; se planta pétreo
y aguanta a un Raúl que salta y ataca desde todos los ángulos. El lance se
prolonga y, finalmente, Doll resulta herido en el antebrazo. El médico
certifica que el desafío no puede seguir. Finale: Ramón Doll meando
pacíficamente entre los arbustos, con su brazo vendado; más lejos, Scalabrini
mandando al aire una puteada fenomenal, porque la presa se le había escapado y
mantenía aún las orejas pegadas al cráneo. La historia cuenta que, aunque ese
día no hubo reconciliación, al final fueron amigos.”
Este texto que pertenece un fiel amigo de
Ramón Doll (1896-1970), nos muestra de cuerpo entero como era ese abogado,
periodista, ensayista de piel y hueso socialista. Cuando se dividió el Partido Socialista, se fue con
los "socialistas independientes" (Antonio De Tomaso y Federico
Pinedo), pero luego retornó al socialismo de Repetto. Más tarde, en 1936, se incorporó
al nacionalismo.
Julio Irazusta lo consideraba un precursor
de las ideas del nacionalismo. En 1937 apoyó intelectualmente a la Alianza de
la Juventud Nacionalista, que en 1941 cambiará su nombre por el de Alianza
Libertadora Nacionalista. De entrañable vocación periodística, fue una de las
plumas mayores de Nuevo Orden, que
dirigía Palacio entre 1940 y 1942, de La
voz del Plata, cuya dirección recaía en Rodolfo Irazusta, entre 1942 y 1943
y también del semanario peronista Política,
conducido por Ernesto Palacio hasta 1946. A partir de 1938 fue colaborador de la
revista del Instituto de Investigaciones Históricas "Juan Manuel de
Rosas".
En 1939 se publica un libro clave de su
autoría: Acerca de una política nacional,
donde critica al liberalismo argentino, especialmente a la generación que
elaboró la Constitución Nacional de 1853, a la que describe como una minoría
extranjerizante que gobernó sin base popular, convirtiendo al Estado en
"una especie de gerencia o agencia local de grandes empresas financieras y
organizaciones internacionales". Tienen gran vigor en el libro citado sus
denuncias a los privilegios de la prensa, especialmente los grandes diarios.
También sus referencias a un vicio de la política argentina: el
"curialismo" o "gobierno de los abogados".
Doll apoyó activamente tanto a la revolución
del 43 como a los gobiernos peronistas, ocupando cargos públicos. En 1943, el
Ministerio de Hacienda de la intervención de Tucumán; entre 1944 y 1945 fue
rector interventor de la Universidad de Cuyo; desde 1946 hasta 1955 se
desempeñó como asesor letrado de la Fiscalía de Estado de la provincia de
Buenos Aires, y asesor letrado de Transportes de la Capital Federal. Su
actuación pública cesó a partir de la Revolución Libertadora y fue entonces que
decayó su actividad intelectual. A partir de la aparición del semanario Azul y Blanco en 1956, dirigido por Marcelo
Sánchez Sorondo, colaboró con artículos fieles a la línea fundamental de su
pensamiento.
En su
juventud adhirió al anarquismo y así lo expresa su primer libro, El caso Radowitzky, elogiado años
después por Osvaldo Bayer. Posteriormente como activo militante del Partido
Socialista fue redactor de la izquierdista revista Claridad, donde comenzó a hacer gala de un estilo desmitificador y
mordaz que ponía en ridículo sin retorno a consagrados literatos. De esta época
data su agudo análisis de la obra de Ricardo Guiraldes Don Segundo Sombra y su caracterización de la figura de Paul
Groussac.
Socialdemócrata en lo político, mitrista
en lo histórico y positivista en lo filosófico, son acompañados sus ensayos de
un filoso democratismo, al encuentro siempre de un pensamiento auténtico.
Confrontando por entonces con La gran
Argentina de Leopoldo Lugones, condenó también a la persona de Enrique
Ferri por su salto del socialismo al fascismo, camino que el mismo, sin
saberlo, trágicamente recorrería.
Su
posicionamiento en 1931 del lado de la derechista, escisión encabezada por
Federico Pinedo y Antonio De Tomasso en el Partido Socialista Independiente, le provocaría cierto replanteo de perspectiva
histórica y si bien vuelve al núcleo del partido, al poco tiempo comienza un
nuevo trajinar.
Es
por el aporte de interpretaciones del pasado nacional, rescatado por una
corriente historiográfica surgida dos décadas después y conocida como "revisionismo
socialista", cuyos principales ideólogos fueron: Jorge Abelardo Ramos y
Jorge Enea Spilimbergo.
El itinerario político e ideológico de Doll
es bastante peculiar, lo que provoca en el lector que aborda su obra cierta
simpatía en su pensamiento inicial y una repugnancia decepcionante al ver la
forma en que tan poderoso y profundo
pensamiento se humilla en la reacción desencantada sin vuelo.
A fines de la década del 30´ la decepción
colectiva que le provoca el suicidio de grandes personalidades argentinas, se
suma en el caso de Doll al silenciamiento al que es sometido y a su perdida de
fe en la transformación social por parte de las masas. Estas pesadumbres lo
orientan a refugiarse en el Instituto de Investigaciones Históricas. Juan
Manuel de Rosas, donde comparte su aislamiento junto a personalidades, antes
por él denigradas, propias del nacionalismo patricio, Julio Irazusta y Roberto
de Laferrere. Compañías que le harán volcar
sus simpatías en el conflicto mundial hacia las fuerzas totalitarias del
eje. Comienza, de esta manera, su decadencia intelectual donde expone descaradamente
antidemocratismo, antisemitismo y su, ahora, desprecio por las masas
inmigrantes. Su colaboración en pasquines abiertamente reaccionarios y
defensores del "Nuevo Orden" como Cabildo
y El Pampero nublan definitivamente
su aporte analítico, dejando lugar al prejuicio y al insulto propio del
resentimiento y falta de esperanza.
Publica en este marco, a principios de la
década de los 40´, dos textos de poco aliento
Del servicio secreto ingles al
judío Dickmann e Itinerario de la
Revolución Rusa donde expone sin tapujos sus nuevas preocupaciones.
Fue un bravucón, un peleador, un pedante y
autosuficiente que criticaba a todos. Así se despachó contra políticos e
intelectuales como Leopoldo Lugones: “Lugones resultó un hombre incómodo en
materia política para un pueblo como el nuestro, que sufre inmensas taras
educacionales y que está oprimido por un complejo de inferioridad motivado por
el enfeudamiento económico al extranjero. Desde hace 80 años se nos viene
diciendo que no somos bastante civilizados y que no hemos progresado lo
bastante. Que somos indignos de la gran riqueza que nos deparó el destino y que
si queremos ser algún día dignos, debemos entregarla aún más al progreso
europeo y a la civilización europea. Vivimos humillados.”
“Ahora, Lugones era un majestuoso cóndor de
gigante envergadura que se pasó la vida haciendo maravillosos ejercicio de
vuelo, anegándose en el infinito azul. Aquel alarde asombroso de vitalidad,
como espectáculo de belleza ha sido genial -solamente su conversación era un
poderoso dinamo de prodigiosa energía-, pero en el angosto, limitado y
empequeñecido cerco de nuestra realidad política, lastrada por la acción de
frenos inhibitorios determinados por nuestro vasallaje colonial, la vista del
grandioso y armonioso dominador del aire, irritó. Esta es la verdad. Don
Leopoldo tuvo y tiene millares de respetuosos admiradores de su talento, pero
eso que se llama arrastre, eso que conquista la magia persuasiva del hombre que
concita otros hombres para la minúscula empresa del diario acaecer, eso no
tuvo.”
Tras
el golpe de junio de 1943 sus amigos nacionalistas le dispensan algunos cargos
administrativos en la órbita estatal, espacio perdido ante el ascenso del
movimiento de masas. A partir de este
momento un mutismo ante las nuevas problemáticos nacionales lo encuentran sin
tener, prácticamente nada que decir hasta su muerte en 1970.
En una oportunidad la revista Confirmando
describió a un Doll aquejado por el mal de Parkinson -ésta era su verdadero mal
no el Alzheimer- a quien tras un portazo desdeña la invitación a
conversar expresando; "¡Aquí no vive ningún Ramón Doll!". Refugiado
ya en un misticismo de misa diaria y sumamente deteriorado. Un periodista de
ese medio conociendo la situación escribió: "Ahora es él quien espera,
solo, sin amigos el ultimo acto de su vida contradictoria, agitada por los
mismos fantasmas. Ramón Doll es
definitivamente un personaje del pasado”
Figura olvidada y despreciada por igual por
la superestructura cultural que día a día señala a sus figuras de cuño liberal
y/o progresista, Doll ostentaba una sagacidad literaria y agudeza política para
señalar nuestra dominación.
Salvo Norberto Galasso o Alberto Buela, son
pocos los que hoy se atreven a estudiarlo o aunque sea citarlo.
Señaló Norberto Galasso que en 1958 el
semanario Azul y Blanco envió un
reportero que recogió esta apreciación de Doll refugiado en el ostracismo:
"... pido disculpas, pero hay gente que estamos abatidos del todo y para
los cuales, ya hoy es demasiado tarde".
Publicaciones
* "Ensayos y
Críticas", 1929
* "El caso
Radowitzky", 1929
* "Crítica", 1930
*
"Reconocimientos", 1931 (Premio Municipal de 1932)
* "Policía Intelectual",
1933
* "Liberalismo en la
literatura y la política", 1934
* "Acerca de una
política nacional", 1939
* folleto "Del servicio
secreto inglés al judío Dickmann", en referencia al diputado socialista
Enrique Dickmann, 1942
* folleto "Itinerario de
la Revolución Rusa ", 1943
* "Lugones, el apolítico
y otros ensayos", 1966 (compilación de Arturo Cambours Ocampo editado por
A. Peña Lillo)
Colaboración periodística:
• Revista
"Claridad" (socialista) como Redactor en los '30
• Periódico " La Vanguardia
", años '30
• Semanario
"Señales" 1935-1936
• Periódico Nuevo Orden, que
dirigía Ernesto Palacio entre 1940 y 1942
• Periódico La Voz del Plata,
dirigido por Rodolfo Irazusta entre 1942 y 1943
• Periódico "El
Pampero", de Enrique P. Osés, por mitad de los '40
• Revista "Nueva
Política" que dirigía Juan Pablo Oliver, en los '40
• Revista "Cabildo"
en los '40
• Semanario Política, de
Ernesto Palacio (peronista) hasta 1946
“A mi
generación le han faltado críticos, porque los universitarios que hubieran
podido serlos, se dedicaron a la cátedra acaso un poco asqueados de nuestra
producción. No es posible hacer crítica sin dominio de eso que se llama cultura
general y que un bachillerato bien trabajado es condición sin qua non para obtenerla. Un novelista o un poeta pueden vencer
sin organización de ideas; un crítico, no. La falta de cultura universitaria es
una gravísima dificultad para la crítica, sin decir que sea insalvable. Yo
recuerdo el caso Julio Fingerit, audaz macaneador (y uso el término con toda
propiedad; no puedo sustituirlo) que tuvo la osadía de presentarse como
preceptor del arte de novelar, creyendo que el barullo, la incoherencia, la
oscuridad, podían ocultar su escolar preparación. Sostengo que Fingerit era el
primer engañado, creyendo que eso era
una visión profunda del arte y el engaño era hijo de su deficiente
autodidactismo. Un cursillo de preceptiva literaria en el 4to. Año del
nacional, ligeramente realizado, hoy mismo lo haría enrojecer de vergüenza a
Fingerit, ante la obra crítica.”
“La generación que nos viene siguiendo,
muchachos ya de 20 a
25 años, trae un elenco de críticos universitarios, estudiantes de filosofía y
letras, de derecho, de medicina, en los que me parece observar una saludable
repugnancia por mucho charlatán de café o de pasquín, de que nuestra generación
adoleció. Enrique Anderson Imbert, José Bianco (hijo), Lisardo Alonso, León
Ostrov, Enrique Mallea, Ignacio Anzoátegui, todos siguen o han terminado sus
cursos en la Facultades, son inteligentes, pueden reírse de la sabiduría
oficial…porque la conocen, y ¡cuidado!, pues vienen con odio a la pasquinada, a
la improvisación periodística, a la polémica de la mesa de café, a la
ignorancia agresiva, que fueron los dones
de nuestra generación en materia de crítica.”
“Y para la generación llamada nueva, no es ya
la hora de estudiar, sino la de haber estudiado…”
Algunas notas sobre la crítica. 1933
“Si
el “Facundo” es biografía, novela, epopeya, historia o novela histórica o
historia novelesca, ha preocupado como es lógico, a muchos críticos. En
general, se ha resuelto que es todo eso mezclado y en definitiva, podría
decirse que es un antecedente de las biografías noveladas puestas en boga en
estos últimos años. Sarmiento suplió las omisiones y las miopías históricas,
con formidables intuiciones estéticas, y estas intuiciones, mentiras
científicas, pero verdades artísticas. Dieron al libro estilo y grandeza que
sobreponen a los errores o prejuicios o anacronismos de que hemos hablado.”
“La
calificación estética es un asunto superficial”.
Las
críticas del Facundo / La calificación estética del “Facundo”.
“Si se reparan estas y otras críticas sobre
el “Facundo”, se observa que todas incurren en el error de juzgar el libro por
su contenido, por lo accidental y transitorio, material que utilizó Sarmiento
para dar forma a una idea: la de que la vida argentina se desarrollaba como un
flujo y reflujo de corrientes nacionales, autóctonas y corrientes extranjeras -
entre la vida irracional, instintiva, vegetativa y la influencia de lo racional
e imitativo que imprime Buenos Aires, sus “élites” dirigentes y pensantes al
resto del país.”
“Haber animado con personajes que puedan
sustituirse en cualquier momento histórico, ese ritmo dramático de nuestra
historia, es el mérito de “Facundo”.”
“Todo lo demás, los juicios de valor sobre
este o aquel concepto nacionalista, sobre si el gaucho era malo o bueno y sobre
tal o cual bando político, no es lo permanente del libro que quedaría, siendo
inmenso, si pusiéramos sí, donde Sarmiento dice no, o blanco donde dice negro.
Pero haber bosquejado los antagonismos dramáticos que explican la dinámica de
la historia argentina, es la gloria de Sarmiento.”
La
significación argentina de este libro.
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