"Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila" Mariano Moreno

viernes, 1 de marzo de 2013



ABANICO LATINOAMERICANO 

ROQUE DALTON: LA POESÍA ARMADA. 



A 38 años de su asesinato, Roque Dalton (1935-1975) está más vivo de lo que jamás pensaron sus detractores literarios, y pervive también, intensamente, en términos políticos y de experiencia revolucionaria. Así inicia su crónica recordatoria Hermann Bellinghausen, dedicada a uno de los mayores poetas de la literatura salvadoreña.
Es uno de los muchos caídos en las esperanzadoras insurrecciones en los años 70 del siglo pasado -continúa- que terminaron enlutando Centroamérica y el Cono Sur, y que, con excepción de Nicaragua, fueron derrotadas. Lo particularmente doloroso en el caso de Dalton es que fue asesinado por sus propios compañeros de lucha en El Salvador.
La noche del 10 de mayo de 1975, mientras dormía, recibió un tiro en la cabeza por decisión de tres de los cuatro miembros de la Comisión Militar del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP): Joaquín Villalobos, Alejandro Rivas Mira y Vladimir Rogel Umaña. Ellos mismos se encargaron de la ejecución.
Para entonces, Dalton llevaba un mes “preso” por los mandos del ERP, al cual pertenecía; lo acusaban de agente, primero “de la CIA”, y después “castrista”. El propio Fidel Castro reviró, y acusó de agentes de la CIA a Villalobos y a sus socios del tribunal guerrillero. Al parecer, el gran “delito” del poeta fue insistir en que antes de la insurrección era necesario crear un “frente de masas”, o sea, tener bases en la sociedad descontenta. Eso acabó haciendo que los guerrilleros confluyeran en el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) después de la muerte de Dalton.
Joaquín Villalobos llegó a ser uno de los comandantes del FMLN, y tras los acuerdos de paz del Castillo en Chapultepec, que dieron fin a la guerra de El Salvador en 1992, regaló su arma al presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari; arma que a su vez había entregado a Villalobos el comandante Fidel Castro.
El gesto le ganó un boleto de primera clase a la Universidad de Oxford, donde sufrió una “metamorfosis”, como ha ironizado Roberto Bardini. Los estudios de postgrado hicieron de Villalobos un especialista en problemas de seguridad y le permitieron asesorar al gobierno fascista de sus antiguos enemigos de ARENA, y más recientemente al presidente colombiano Álvaro Uribe.
Su deuda con Salinas era grande, y no dudó en trasladarse a México en enero de 1994 para sobrevolar la selva Lacandona junto con mandos del Ejército Federal, para orientarlos en la ofensiva que preparaban contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a raíz del levantamiento indígena de Chiapas.
El asesino de Roque Dalton vuelve a México en 2010 para hablar en Los Pinos ante el cuerpo diplomático y el gabinete del presidente Felipe Calderón, evaluar positivamente su “guerra” contra el crimen organizado y delatar los “mitos”.
 Coincide la visita con la nueva publicación (¡en Australia!) del libro más emblemático y polémico de su víctima, Historias y poemas de una lucha de clases (editorial Oceansur, Melbourne, 2010), que Dalton escribió hacia 1975, póstumamente conocido como Poemas clandestinos (1981).
Una franja de sus ideas y convicciones hoy resultan obsoletas pero fueron comunes en la izquierda latinoamericana de los años 60 y 70 del siglo XX, como el sovietismo devoto o el rechazo intransigente a la homosexualidad (aunque debe reconocerse que ya había asumido la igualdad de las mujeres, pues aprendió las primeras lecciones del feminismo sesentero, lo que en esa tradición de izquierda tenía su mérito).




Revolucionario de corazón, miltante íntegro y comprometido hasta el final, en Historias y poemas, Roque Dalton se desdobla en cinco heterónimos, poetas de su invención: la joven activista Vilma Flores, el líder estudiantil Timoteo Lúe, el también narrador Juan Zapata, el ensayista literario Luis Luna y el de mayor edad, Jorge Cruz, asesor jurídico del movimiento obrero católico, especialista en Paulo Freire y presunto autor de una Oda solidaria a Camilo Torres; su alter ego Dalton “transcribe” la serie Poemas para salvar a Cristo, incluyendo el memorable Credo del Che.
Víctima de un “error” estalinista del hoy oxfordiano asesor bélico de gobiernos neoliberales y represivos, Dalton tiene asegurado su lugar como autor fundamental (y siempre incómodo) en las letras salvadoreñas y el conjunto de la literatura en lengua castellana. Tan sólo su libro más conocido, Las historias prohibidas de Pulgarcito (1974), en deuda con las misceláneas de Julio Cortázar, pertenece a la estirpe cuasi nerudiana de Guatemala: las líneas de su mano, de Luis Cardoza y Aragón, y Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano.
¿Quién dijo que la poesía no muerde?

Tras esta introducción los versos del poeta:

Por qué escribimos

Uno hace versos y ama
la extraña risa de los niños,
el subsuelo del hombre
que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda,
la instauración de la alegría
que profetiza el humo de las fábricas.

Uno tiene en las manos un pequeño país,
horribles fechas,
muertos como cuchillos exigentes,
obispos venenosos,
inmensos jóvenes de pie
sin más edad que la esperanza,
rebeldes panaderas con más poder que un lirio,
sastres como la vida,
páginas, novias,
esporádico pan, hijos enfermos,
abogados traidores
nietos de la sentencia y lo que fueron,
bodas desperdiciadas de impotente varón,
madre, pupilas, puentes,
rotas fotografías y programas.

Uno se va a morir,
mañana,
un año,
un mes sin pétalos dormidos;
disperso va a quedar bajo la tierra
y vendrán nuevos hombres
pidiendo panoramas.

Preguntarán qué fuimos,
quienes con llamas puras les antecedieron,
a quienes maldecir con el recuerdo.

Bien.
Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.

Poema de amor

Los que ampliaron el Canal de Panamá
(y fueron clasificados como "silver roll" y no como "gold roll"),
los que repararon la flota del Pacífico
en las bases de California,
los que se pudrieron en la cárceles de Guatemala,
México, Honduras, Nicaragua,
por ladrones, por contrabandistas, por estafadores,
por hambrientos,
los siempre sospechosos de todo
("me permito remitirle al interfecto
por esquinero sospechoso
y con el agravante de ser salvadoreño"),
las que llenaron los bares y los burdeles
de todos los puertos y las capitales de la zona
("La gruta azul", "El Calzoncito", "Happyland"),
los sembradores de maíz en plena selva extranjera,
los reyes de la página roja,
los que nunca sabe nadie de dónde son,
los mejores artesanos del mundo,
los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera,
los que murieron de paludismo
o de las picadas del escorpión o de la barba amarilla
en el infierno de las bananeras,
los que llorarán borrachos por el himno nacional
bajo el ciclón del Pacífico o la nieve del norte,
los arrimados, los mendigos, los marihuaneros,
los guanacos hijos de la gran puta,
los que apenitas pudieron regresar,
los que tuvieron un poco más de suerte,
los eternos indocumentados,
los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo,
los primeros en sacar el cuchillo,
los tristes más tristes del mundo,
mis compatriotas,
mis hermanos. 

No podemos hablar de “literatura comprometida” ya que la literatura es un fenómeno social, cultural e histórico, por lo cual cualquier hipotético compromiso depende, en última instancia, de las interpretaciones que haga el lector de cada texto. Por otra parte, en América Latina no existió un fenómeno artístico de importancia que adhiriese a los preceptos del “realismo socialista”, aunque en ocasiones los dirigentes más influyentes de la Revolución Cubana se manifestaron a favor de este principio: “dentro de la revolución todo, fuera de ella, nada”. Esta idea hecha explícita en los discursos de Fidel Castro, encontró eco en algunos intelectuales como Roberto Fernández Retamar, tal  vez el último de esos insurrectos. No así en la gran mayoría de los llamados “intelectuales de izquierda” o “escritores comprometidos” del resto de América Latina. Por lo general, éstos resistieron o reaccionaron contra los preceptos stalinistas del “realismo socialista”, adhiriendo más claramente a corrientes estéticas y de pensamiento de Europa occidental, especialmente de Francia y del existencialismo de postguerra. Incluso Ernesto Guevara (que paralelamente criticó la burocratización del bloque socialista) tomará una posición a favor de la libertad de la creación artística.
Sin embargo, al separar la ética de la estética, nuestra cultura alienó y privatizó el referente trascendente a uno: la ética. Es decir, hizo de la estética el mundo de la forma y lo superfluo, de la belleza descarnada, de lo prescindible, del lujo. El arte alienado se vanaglorió de “la intrascendencia del arte”.


El arte comprometido, por el contrario, realizó la conmovedora experiencia de la reunificación. Quizás alguna vez alcanzó la unión que debió tener el arte en Grecia con el teatro trágico. Quizás su momento de mayor alienación fueron épocas como la curiosamente llamado “Siglo de Oro” español, donde el arte se reduce al juego de las formas y los conceptos, desde Góngora hasta Baltasar Gracián.
Podemos entender que no existe el arte comprometido si asumimos que todo arte depende, en última instancia, de la recreación del espectador, del lector. El arte, según se define después del fin de la Edad Media, ya no es la habilidad de manejar determinadas reglas fijas, artesanales, casi mecánicas, sino lo contrario: a partir del Renacimiento el arte se ha definido como lo había hecho la poesía desde la antigua Grecia, es decir, como el reino de la libertad creadora, de la inspiración, de la novedad, incluso de la sagrada locura. Por lo tanto, aún hoy es imposible definir la creación artística sin el precepto de la libertad creativa, que se opone en gran parte a un pretendido arte comprometido.  Razón por la cual resulta más claro es hablar de “intelectuales comprometidos”. No obstante, este compromiso personal ha creado lo que llamamos aquí una “estética de la ética”. Es en ese sentido que nos referimos cuando hablamos de “arte comprometido”.
El descubrimiento del yo en los ensayistas del siglo XVI (hombres y mujeres sin título de nobleza y por lo general conversos o bastardos) se acentúa en el romanticismo del siglo XIX. Quizás haya una línea histórica que une a los románticos de ese siglo con los existencialistas de la segunda posguerra y los rebeldes de los años sesenta que protagonizan la primavera del 68. En los tres casos se trata de la rebelión del individuo, pero en los dos últimos es un individuo que se va descubriendo al descubrir la sociedad. Al redescubrir el yo, el humanismo descubre el otro. No es casualidad que la literatura del siglo XX —y en particular la poesía— repita el mismo proceso en cada individuo: del romántico alienado al revolucionario social, del yo al otro, de la conciencia individual, solitaria y desolada, a la conciencia social, colectiva, siempre amenazada por la propaganda; de la angustia metafísica del existencialismo a la alegría de la aventura colectiva.
En Hablan los exquisitos, Dalton expresa la conciencia  del revolucionario que aspira al hombre nuevo a través de una nueva sociedad, después del sacrificio del revolucionario que ha alcanzado la conciencia pero no la liberación de la moral anterior:

Supongo que somos un par de personas marcadas por el veneno de nuestra fastuosa educación, por las mariposas negras de los templos, por los vampiros de las elites. Nos gusta el whisky, Maribel, nos gusta quedarnos demasiado tiempo desnudos. Nos fascina además el arrepentimiento. 

Dalton sobresale de entre los miembros de la generación comprometida, cuyo núcleo más militante fue el "Círculo Cultural Universitario" fundado por él mismo y Otto René Castillo, por ser el más culto, brillante y el que más ha conocido mundo. Cuando Roberto Armijo, su compañero de generación, viene bajando de las veredas de Chalatenango o cuando Manlio Argueta llega de San Miguel a la capital, Dalton ha estado ya en Santiago de Chile y ha sido representante estudiantil en Viena, Praga y Moscú. Sus referentes inmediatos para entonces son Pedro Geofroy Rivas y Miguel Angel Asturias. Su poesía muestra ya dos constantes, amor y política, y sus raíces provienen de Pablo Neruda, que cantó la geografía continental y de César Vallejo,  radiólogo del alma latinoamericana. Un elegante paso por el surrealismo con influencias de Michaux, Saint John Perse, Breton o Laurence Durrell será abono que le permitirá en el futuro resolver con genialidad e ironía lo más logrado de su poesía política.
La figura de Roque ha sido abordada por muchos escritores contempóraneos como Julio Cortázar, Régis Debray, Hans Magnus Enzensberger, José Agustín Goytisolo, Ernesto Cardenal, Angel Rama y Efraín Huerta.
Una constante que podemos observar en la literatura y el pensamiento latinoamericano desde la Conquista hasta nuestros días es la aspiración de Liberación. Esta necesidad nace con la percepción de un pecado original que se renueva al mismo tiempo: Liberación de las amenazas cíclicas del cosmos precolombino; la liberación de la furia de los dioses; la liberación del conquistador; la liberación del colonizador; la liberación del despojo y la esclavitud; la liberación del caciquismo primero y del caudillismo después; las sucesivas liberaciones de los imperios español, británico y norteamericano; la liberación de la opresión de clases; la liberación de la Iglesia Católica; la liberación de la teología y la teología de la liberación; la liberación de la pedagogía del oprimido. No es casualidad que el continente latinoamericano haya abundado en otros movimientos de liberación más militantes, como los múltiples movimientos políticos y guerrilleros que, al mismo tiempo que incluían las iniciales ML (Movimiento de Liberación) significativamente hacían referencia a nombres indígenas, como Tupac-Amaru, aún cuando se trataba de guerrillas urbanas alejadas de la cultura y la tradición inca. Esta aspiración de liberación se articula de dos formas diferentes, a veces en un proceso de mestizaje y sincretismo y otras veces de formas conflictivas y contradictorias: la utopía humanista y el regreso a los valores comunitarios de la América indígena. Una, como continuación de los ideales europeos de progreso de la historia; la otra, como regreso a un estado ideal, americano, interrumpido por esa misma historia.


En ninguna de las dos variaciones observamos la opción oriental de la salvación mística del individuo apartado de la sociedad, como en el budismo o en el misticismo cristiano. En ambas -la variación utópica y la mítica- el individuo, poseedor de una conciencia social, sólo se proyecta como un ser liberado luego del proceso de inmersión en los problemas sociales, políticos a través de la revolución o la purificación social.
Desde el punto de vista arquetípico del héroe, descrito por Joseph Campbell, el individuo no puede alcanzar el estado superior (la iluminación/la liberación) si antes no desciende a los infiernos. En nuestro caso, ese “infierno” es la sociedad caída en el pecado, en la corrupción, por la cual el héroe (el revolucionario, el intelectual comprometido) debe atravesar a riesgo de pagar sus ideales de liberación con su propia vida. Su trascendencia no es metafísica sino humanística: el sacrificio del revolucionario es necesario para posibilitar el advenimiento de la nueva sociedad y, finalmente, el Hombre Nuevo.
El llamado escritor comprometido no puede centrarse en el “fenómeno literario” como una manifestación aislada e independiente de la sociedad por varias razones: primero, porque, como fenómeno, no existe una literatura indiferente a su contexto, aunque cierto tipo de lectura reclame el lícito derecho a ejercitarse sin el contexto original de donde surgió el texto (Roland Barthes); segundo, porque el factor principal de escritura de este tipo de literatura es el contexto, especialmente los conflictos de ese contexto. Podemos advertir un factor central y fundacional de los escritores comprometidos que aparece negado —ya que no totalmente ignorado— en los escritores “no comprometidos”: la relación particular del creador individual y la sociedad de su época. Veremos que el escritor comprometido se reconoce como individuo, como yo, en un mundo en crisis. Es la angustia existencialista —el individuo y su libertad— y es la conciencia del revolucionario que se representa a sí mismo como profeta bíblico en su sentido original, es decir, no como “anticipador del futuro”, todavía, sino como “denunciador del presente”. Esta denuncia del presente será realizada casi siempre desde una perspectiva histórica que revela una decadencia y una injusticia. Una conciencia que es producto de la modernidad y de su desilusión. Una vez producida esta conciencia crítica, el escritor comprometido no vuelve su mirada hacia su yo sino para expresar el conflicto social, histórico. No se refugia en la torre de marfil, en la literatura solipcista; no revindica la fantasía como mero juego de la imaginación, como ejercicio de evasión, como única posibilidad ética, sino que la concibe como fin y como medio. Como fin, según la filosofía estética predominante que reconoce un universo de reglas que le son propias al arte, que son propias de una dimensión humana que no puede ser abarcada por otras disciplinas, como la psicología o el pensamiento abstracto; como medio, según su filosofía social, que generalmente lo llevará a asumir un compromiso, una necesaria conexión —ética— entre ese universo artístico, individual, y el universo político, social. Como fin y como medio, en el entendido de que la obra de arte es salvadora, es reconstituyente de la humanidad y la unidad perdida, la ética y la estética reunidas otra vez para una obra de arte integral, etc. El revolucionario, en palabras de Ernesto Che Guevara, puede atribuirse la idea de “cambiarnos para cambiar el mundo”, en un sentido profético. Esta idea de vanguardia en el cambio es explícita en los textos del revolucionario. El mismo Eduardo Galeano, en Las venas abiertas de América latina cierra su extenso libro apelando antes que nada a una toma de conciencia como inicio del cambio: Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las conciencias de los hombres. Sin embargo, el modelo histórico marxista es el contrario: no puede haber una renovación moral si antes no se ha cambado la sociedad desde su base económica e institucional. Si en la cita anterior cambiamos “dioses” por “infraestructura” (ambos factores exteriores a la conciencia individual) tendríamos una declaración anti-marxista. Si sustituimos “los hombres” por “el revolucionario”, tendríamos una de las declaraciones de Ernesto Che Guevara. Es decir, si para el marxismo la conciencia de “los hombres” es un producto de un orden económico, de una infraestructura, de un momento de la historia, para el revolucionario esa conciencia comienza por una excepción: la vanguardia (no el pueblo) alcanza la conciencia, provoca el cambio estructural mediante una necesaria violencia y, finalmente, este cambio hace posible la nueva “conciencia de los hombres”, el hombre nuevo. Podemos advertir aquí una superposición: el revolucionario —el guerrillero, el intelectual comprometido— es el individuo que alcanza una conciencia crítica en un estado de crisis de la sociedad. Pero ni él ni mucho menos el resto de los individuos alienados por la sociedad decadente podrán alcanzar la liberación sin antes cambiar la sociedad. Aunque poseedor de la conciencia crítica inicial, el revolucionario se reconoce impuro y necesariamente infeliz debido a que no hay hombre nuevo, hombre liberado en una sociedad corrupta, doliente, decadente sin una Nueva Sociedad. En El socialismo y el hombre, el mismo Ernesto Che Guevara escribió: Los revolucionarios carecemos, muchas veces, de los conocimientos y la audacia intelectual necesarios para encarar la tarea del desarrollo de un hombre nuevo por métodos distintos a los convencionales; y los métodos convencionales sufren la influencia de la sociedad que los creó. La plenitud debe armonizar ambos aspectos del ser humano: el individual y el social. El divorcio de éste - el caso de los intelectuales no comprometidos, burgueses, esteticistas, etc. - produce individuos alienados, reproductores y legitimadores de un presente injusto. Para el intelectual comprometido no existe intelectual no comprometido sino adversarios que han hecho la opción contraria, evitando el cambio, la revolución, la igualdad, la justicia y, finalmente la liberación. La temática de Roque Dalton, su tono lírico, recuerda a otros poetas comprometidos como Pablo Neruda. En la misma dirección pero por caminos diferentes seguirá Eduardo Galeano: los mitos autóctonos, las leyendas que nutrieron la literatura latinoamericana y la historia de la Conquista europea narradas desde la otra voz. Es la visión de los vencidos: los dioses autóctonos perdieron porque eran ingenuos. La crueldad es requisito del vencedor, de la conquista y de la liberación (“Matar un tigre”). En “El duende” recrea una leyenda americana que recuerda a las leyendas de Neruda y del más lejano Adolfo Bécquer en Desde mi celda: es el romántico que no cree pero mira hacia el pasado en busca del tiempo perdido, del tiempo desgarrado por la historia, por la violencia de la historia. También Octavio Paz vuelve su mirada a los mitos americanos, a las leyendas y a las piedras del antiguo México. Pero no toma la voz de los vencidos sino la del antropólogo que escribe en verso. La poesía crítico-revolucionaria ha sido, sucesivamente, la poesía de la esperanza, de la lucha, de la resistencia y, finalmente de la derrota. Es el camino trágico del héroe. La derrota, la muerte es la suspensión del triunfo final, como la noche procede al día. Podría resultar incomprensible que la literatura críticorevolucionaria no se haya caracterizado por el naturalismo europeo y, por le contrario, haya optado por la remitologización americana. En ocasiones, la opción fue el neorrealismo, quizás más por influencia de otros márgenes europeos como la literatura rusa del siglo XIX o el cine italiano del siglo pasado. Pero la poesía críticorevolucionaria, en cambio, no abandona el tiempo y el espacio mítico. Por el contrario, lo revindica en nombre de una revolución que es hija de la historia y, más precisamente, de la modernidad. En la América conquistada, en la América marginal, la modernidad nunca es completa sino contradictoria. Los poetas revolucionarios ensayan su originalidad como regreso al origen; no es la adopción de lo nuevo que le fue largamente impuesto sino la permanente adopción de unos dioses en los cuales no cree pero con los que se solidariza.  Dalton adopta a un espectro de Quetzalcoátl como metáfora pero no como dios.

Quetzalcoátl nos guía con su piedra verde clavada en la madera
sus huellas son nuestra defensa contra el extravío,
su espalda el rumbo para nuestros ojos.
Y más adelante, la historia y la posición del poeta
Núñez de la Vega y Landa los dos obispos los dos
temerosos de nuestros posibles demonios inderrotables
al fuego lo que con el fuego tiene trato dijeron.






Los poetas crítico-revolucionarios como Neruda, como Dalton, como Galeano no reconocen a los antiguos dioses americanos sino en el alma de los pueblos que creyeron en ellos y por ellos cayeron vencidos. Es un acto de desafío, entonces, adoptar o recuperar los cadáveres de la violencia y volverlos a la vida, como un gesto del rebelde americano que se representa como revolucionario europeo.
Dalton en su serpentaria carrera también accede al círculo de poder de Fidel Castro y establece con él una profunda relación. La amistad de Roque con Fidel Castro comienza una noche de 1962 mientras trabajaba en Radio Habana, cuando el equipo completo de la radio decide irse de fiesta. Roque se queda atendiendo la suplencia de la programación. Esa noche llega en una visita sorpresiva Fidel Castro a la Radio y trás el enojo que le causa la irresponsabilidad del personal, entra en contacto con aquél muchacho enclenque, de mirada vivaz y desgarbado, con la nariz ganchuda y una expresión melancólica en su rostro que no se cansa de bromear. Así se inicia una amistad testimoniada en el artículo de Julio Cortázar, Una muerte monstruosa, donde describe un anochecer cuando en La Habana se encuentran reunidos los miembros de un Jurado del Premio Casa de las Américas y reciben la visita de Castro, reunión que termina en una larga discusión entre Castro y Roque Dalton sobre las ventajas y desventajas de un invisible fusil que se pasan y contrapasan hasta que el amanecer termina venciéndolos a todos y mandándolos a la cama. Esta amistad hace que Fidel Castro le encargue la redacción de ¿Revolución en la revolución? y la crítica de derecha, que sirve para defender las tesis foquistas de Régis Debray, y que Dalton le dedique a Castro su obra "Un libro rojo para Lenín" .
Pero Roque también fue hermano de una serie de poetas jóvenes cubanos que terminarán siendo víctimas del castrismo. Algunos de ellos son Jesús Díaz, que se exilió en Berlín en 1991, después de ser condenado a muerte nada menos que por el entonces Ministro de Cultura de Cuba, Armando Hart; Díaz fundó y dirigió luego la revista cultural Encuentro en España, ciudad donde murió de un ataque cardíaco; dejo testimonio de la amistad de los jóvenes poetas cubanos con Roque Dalton en su novela Las palabras perdidas. Otro amigo entrañable de Roque fue Heberto Padilla, desencadenador del "Affaire Padilla" con Fuera del juego, encarcelado por el régimen castrista y luego enviado al exilio, donde publicó una novela con el título de un verso de Dalton, En mi jardín pastan los héroes y que murió en los Estados Unidos.
No existe un "Roque fidelista" en el sentido ortodoxo de la palabra, existe un Roque cautivado por la figura de Castro en los primeros años de la Revolución, y también existe un "Hermano Dalton" que comparte con los jóvenes poetas cubanos la frustración que la burocracia de un socialismo adormecido.
Su amistad con los trovadores de la canción cubana también queda de manifiesto. Silvio Rodríguez lo recuerda con suprema admiración y esta relación mutua aparece sellada en muchas letras testimoniales.

 OBRA PRINCIPAL DALTONIANA

Poesía

Dos puños por la tierra (1955 co-autor Otto René Castillo)
Vengo desde la URSS amaneciendo (1957)
Mía junto a los pájaros (1958)
La ventana en el rostro (1961)
El mar (1962)
El turno del ofendido (1962)
Los pequeños infiernos (1964)
Los testimonios (1964)
Taberna y otros lugares (1969)
El amor me cae más mal que la primavera (1973)
Las historias prohibidas del pulgarcito (1974)
Poemas clandestinos (1981)
Un libro levemente odioso (1988)
Un libro rojo para Lenín (1986)

Ensayo

El Salvador (1963)
César Vallejo (1963)
México (1964)
¿Revolución en la revolución? y la crítica de derecha (1970)

Testimonio y Novela

Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 (1972)
Pobrecito poeta que era yo... (1976)

Hace ya unos años - mayo de 1993-  en una entrevista publicada en el diario Excélsior de México, Joaquín Villalobos reconoció su inexplicable actitud.
Una síntesis de ese reportaje nos parece sustancial para determinar la verdad de este asesinato.

¿Cuál fue la actitud de Dalton en el juicio y a la hora de su ejecución?

La actitud de Roque, en las partes que pude darme cuenta, fue de estar constantemente señalando que eso era un error, que debía de investigarse más. La actitud durante la ejecución fue de oponerse a ella en el sentido de señalar que no, que eso iba a ser un gravísimo error, que era una injusticia. Pero quiero señalar una cosa que es importante. Cuando se hace este tipo de preguntas hay como una búsqueda de conferir que en esa etapa existía la posibilidad de procesos muy ordenados y serios. Yo me voy a remitir a la etapa actual, por ejemplo, una de las cosas que los organismos internacionales de derechos humanos imputaron al FMLN fue precisamente lo de los juicios sumarios y el FMLN hizo muchas defensas de formalizar esto. Lo cierto es que si en la etapa de guerra de mayor desarrollo con territorios bajo control, el FMLN no fue capaz de tener una política ordenada, un marco jurídico, digamos informal, de funcionamiento para este tipo de cosas, sino que tenían una alta cuota de un trabajo de inteligencia y una alta cuota también de arbitrariedad y por eso considero que en esto se cometieron muchos errores en unas zonas más que en otra y que en una zonas se cometieron errores gravísimos en ese sentido. Entonces en aquella etapa  muchísimo más, actuaba el sentido más emocional, la pasión de las ideas, de las posiciones que se tenían. No era algo ordenado, de pruebas, documentos y evidentemente aquello no podría llegar a tener la calidad de un juicio serio, por eso no se puede hablar de que haya habido un proceso.

¿Se le dio a conocer a Dalton de qué se le acusaba?

Sí, se le hizo saber; hubo reuniones en las que participó, se discutieron las cosas y todo, pero evidentemente no había una oportunidad real de defensa, pero lo importante a señalar es que en esas condiciones era muy difícil, los códigos que se aplicaron fueron más bien basados en elementos subjetivos, porque las condiciones hace imposible que se pueda acumular pruebas, documentos, no se puede prolongar mucho el tiempo de una cosa de esa. Entonces, lógicamente la tendencia es siempre a que la conclusión sea siempre la de condenar al que está en una situación de este tipo. Ya después cuando estábamos en una etapa más avanzada de la guerra; recuerdo que cuando ya teníamos condiciones para retenciones prolongadas pudimos resolver muchos casos sobre la base de la retención prolongada, investigación y en algunos casos descubrimos que no había problemas. Por ejemplo, el caso de un compañero que pasó retenido casi un año por un cargo de ser parte de una infiltración que intentaba destruir la Radio Venceremos y que descubrimos que efectivamente no tenía nada que ver. Pero el problema fue porque lo había señalado una persona a la que sí habíamos efectivamente comprobado pruebas. ¿Pero cómo se podíamos hacer eso 15 años atrás?, imposible. Recuerdo que en una ocasión se discutió  la posibilidad de sacar a Dalton del país, pero cómo se sacaba, no se podía; o sea, de una manera muy informal, como una alternativa y frente al cúmulo de problemas de seguridad se llegó a la conclusión de que no había otra alternativa y que había que hacer la ejecución.  Recuerdo que en un momento el ERP publicó un comunicado en el que diferenciaban la actitud que había tenido Pancho a la hora de la ejecución y la que había tenido Roque Dalton; decían algo así como que Pancho había tenido una actitud «proletaria» y Dalton, «pequeñoburguesa». El problema era que Pancho era una gente sin la formación política que tenía Roque, entonces ésa era la actitud lógica, consecuente en esa posición. Mientras que Roque era una gente con argumentos, con lógica, con posición, descubría que lo que se estaba haciendo se tenía que evitar. Yo diría que si le hubiéramos hecho caso..., Pancho no nos dijo ustedes están cometiendo un error, Roque sí nos dijo que estábamos cometiendo un error. Yo devalúo totalmente lo que dijimos en aquella época, lo que dijimos en ese entonces sería un argumento de tipo fundamentalista, o sea, lo que pesaba más, lo que impactaba más era la aceptación simple de los cosas, pero evidentemente cuando vimos cuáles  fueron los costos de este terror, el llamado que nos hizo Roque de manera persistente al decir que nos estábamos equivocando, tenemos que darle la razón.

¿Vale la posibilidad de considerar que pudo haber sido el enemigo de la guerrilla, en el fondo, el culpable de la muerte de Dalton?

Esto es bien importante tenerlo en cuenta, y creo que lo remitiría a cosas que ya dije. Aquí no hubo ardid de nadie, fue un error nuestro. Nosotros en medio de la pasión de este error, de este mal tratamiento fruto de la etapa fundamentalista sale este argumento y luego los que están fuera viendo la situación en el fondo con el mismo esquema vienen y sacan que «no fue Roque el de la CIA», sino que fue una manipulación de la CIA desde afuera, lo que condujo a su muerte. Cuando se dice que si no fueron los ejecutores «tontos útiles» de alguna conjura contra el propio movimiento insurgente, yo creo que no tenía la CIA la capacidad de llegar a este nivel, si lo hubiera tenido nos acaba.





¿Qué pasa ahora con Roque?, ¿dónde está su cadáver? En algún momento se dijo que se iba a entregar a la familia.

Correcto, hemos estado trabajando en eso con un equipo de los compañeros que tenían la información con el propósito de buscar un momento que era de lo que te hablaba hace un rato, que nos permitiera reivindicarnos y enmendar en parte la falta. Hasta ahora desgraciadamente no hemos tenido resultados porque es mucho tiempo, hay que tomar en cuenta que hablamos de 18 años. Esperamos que al poder crear un equipo un poco más amplio podamos tener resultados, pero también está el riesgo de que no los tengamos.
De cualquier forma con eso o sin eso, nosotros vamos a buscar el momento propicio para ese proceso de explicación de mayor profundidad en el caso, para adoptar una posición más en forma y darla a conocer como organización. En la coyuntura de la Comisión de la Verdad no quisimos; nos preguntaron si queríamos tocar el caso, pero esto era poner el asunto de Roque en medio de todo esto, era como desnaturalizar lo que en realidad fue; no sólo estaba fuera del tiempo sino también fuera del contexto político; era una falta de otro tipo, dada en otra situación y más bien lo hubiera diluido. Queremos que se sepa que efectivamente reconocemos el error y cambiamos. 

¿Cree que éste ha sido su más grande error?

Mira, yo creo que sí, y tiene elementos que te pueden marcar en sentido positivo y te pueden marcar en sentido negativo. En sentido positivo qué te marca: que es de tal dimensión y que faltaba tanto por vivir que nos ayudó a no equivocarnos en ese sentido. De ahí cometimos otro tipo de errores pero ese tipo de errores no volvimos a cometer nunca, jamás. La prueba está en que nuestra organización no se volvió nunca más a dividir, nunca tuvimos un problema político interno y ahora  que tenemos discusiones y debates internos ahí está entera, entera; jamás volvimos a resolver una diferencia interna con una medida de ese tipo. Nos marcó tanto como que fue el error más grave, más difícil, porque es el que nos pudo haber destruido o sea más adelante podías cometer un error pero difícilmente retrocedías, o sea, otros podían seguir el camino, incluso, hace poco cuando salió esta resolución de la Comisión de la Verdad, yo le decía a un compañero que cuando me enteré de la resolución que en el plano subjetivo me parece que es injusta independiente de que la acepte, es injusta; sólo me recordó los momentos más difíciles que he vivido en todo el proceso y uno de ellos, el primer momento más difícil, fue el período de Roque Dalton. Incluso, implicó la separación de compañeros a los que uno quería mucho, o sea, por un lado, está lo de Roque, por otro lado está el desaparacimiento de Lil Milagro, quien más formó en el plano ideológico-orgánico para el trabajo revolucionario y el caso de Pancho que también muere con Roque en el mismo fusilamiento, que era el primer constructor de armas populares y explosivista de nuestra organización. Entonces tiene una cantidad de implicaciones subjetivas bien grandes y te digo eso nos marcó, pero menos mal en sentido positivo.

¿Qué siente cuando oye hablar de Roque Dalton?

Un sentimiento de responsabilidad, siempre me recuerda la falta y por otro lado, el hecho de pensar lo que hubiera significado si hubiera estado vivo en esta etapa ... eso nunca lo dejo de pensar. Roque era una gente con una imaginación increíble, incluso, era la gente más amena que teníamos, con una capacidad de comunicación y de interpretación de los hechos, con sentido de comunicación hacia abajo que yo no lo he vuelto a ver en la organización ni en El Salvador, ni dentro del FMLN, ni dentro de la izquierda. Era un arma poderosa de comunicación que perdimos en virtud de una falta de la más desgraciada que pudimos haber cometido.

¿Cree que esto que está diciendo puede concluir con ese tabú que prácticamente ha existido en el caso Dalton?

Yo creo que es difícil: creo que se puede ir reduciendo su peso. Hay quienes pensarán que es cinismo, que es pragmatismo, lo he oído, me ha tocado en algunas ocasiones escuchar que otros piensan que es eso, pero no, yo lo hago con toda sinceridad y no lo hago con el sentido de limpiarnos, pienso que no, que limpiar totalmente esa carga es bien difícil. Sólo de imaginarse lo que la derecha piensa y maneja sobre este caso: lo que incluso dentro del seno de la misma izquierda, en medio de las pasiones políticas piensa usar ... pero ni modo así es, hay páginas en la historia de uno que quisiera borrar y repetirla y rehacerla pero eso no se puede. Tener el valor de reconocer los errores es algo que a la larga fortalece tus opiniones.

¿Están dispuestos ustedes a hacer un reconocimiento público de este error, que quede recogido en un documento?

Creo que en parte he respondido a esto: creo que no se trata de reparar la imagen pública de Roque. Prácticamente el problema acá es cómo medianamente poder señalar un error que volvió a repetirse en nuestra organización. Yo creo que Roque está reivindicado, no es cuenta de éste, el problema es la pérdida física de Roque, pero su pérdida en términos de imagen creo que no existe, más bien el problema acá es que el reconocimiento nuestro es para poder reivindicarnos nosotros, ese es el punto, no se trata de que él haya quedado manchado. Por eso otra de las lecciones que nos dejó Roque es que la verdad es una arma revolucionaria. Tarde o temprano, las cosas se saben y por ello reconocer los errores es un elemento sumamente importante, a veces puede tener que esperarse condiciones, etc, etc, pero a la verdad es algo que hay que dar un espacio. Y en relación a la posibilidad de publicar un documento, sería quizá esta la primera vez que doy una declaración a nombre de la organización sobre este caso en la que he dado más elementos de información que en ningún otro momento y evidentemente es parte de una decisión que teníamos y bajo determinadas condiciones de tal manera que se pudiera destacar el hecho, que no quedara perdido.
Nosotros estábamos por dar pasos como éste.  





Profecía sobre profetas

A N.Altamirano y herederos,
a la familia Dutriz, a la familia Pinto.

Puesto que la palabra debería ser
como la mujer en el momento del amor
como lo que verdaderamente entregamos
en el momento de la muerte
(cuando se ilustra una manera de ser que es fuente de vida
el restablecimiento de la pureza
la gran construcción del descubrimiento)
los profetas tendrán que colocarse aquí
para ser juzgados
cada uno
esperando su turno de pasar al espejo
para apelar ante el gran coro de víctimas.

Ay entonces del grito
que no se emitió para dolerse de los hermanos
sino para corromper sus oídos al tiempo
que se loaba a su enemigo
ay entonces de la frivolidad
con que se apoyó la vigencia del becerro de oro
ay entonces de las mariposerías
con que se puso cortapisas
a la identificación y al ajusticiamiento del hambre
ay del traslado del crimen hacia los hombres de los débiles
ay de las complicidades ay de las delaciones
ay de los servilismos
ay de los soplos al oído del verdugo
ay de las tolerancias
ay de las mentiras matutinas y vespertinas

Porque toda esa miasma se derramó
sobre la inocencia del pueblo
sobre su blanco candor caído del cielo
del gran desalojado del paraíso
y no habrá rueda de molino suficientemente aplastante
para las cabezas de sus envenenadores
de quienes quemaron con perfume las pupilas de sus centinelas
de quienes rompieron sus tímpanos
de gritos de loras sobrevivientes de la experiencia de Jericó.

Ni de los vivos ni de los muertos
habrá perdón para ese uso de la palabra.
El inocente gigante justiciero
despertará de su ensordecimiento
abrirá sus profundos ojos anegados por los profetas
y los fulminará en sus propios asientos enraizados
a la derecha del Amo desenmascarado
por los siglos de los siglos
para nunca jamás.


Alta hora de la noche 

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendría la muerte y el reposo.
Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,
sería el tenue faro buscando por mi niebla.
Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
No dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.
No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto:
desde la oscura tierra vendría por tu voz.
No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre. 
Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.


Canción de protesta
A Silvio.

Cayó mortalmente herido de un machetazo en la guitarra
pero aún tuvo tiempo de sacar su mejor canción de la funda
y disparar con ella contra su asesino
que pareció momentáneamente desconcertado
llevándose los índices a los oídos
y pidiendo a gritos
que apagaran la luz.


Yo estudiaba en el extranjero en 1953


Era la época en que yo juraba
que la Coca Cola uruguaya era mejor que la Coca Cola chilena
y que la nacionalidad era una cólera llameante
como cuando una tipa de la calle Bandera
no me quiso vender otra cerveza
porque dijo que estaba ya demasiado borracho
y que la prueba era que yo hablaba harto raro
haciéndome el extranjero
cuando evidentemente era más chileno que los porotos.


 

Y, sin embargo, amor, a través de las lágrimas...

Y, sin embargo, amor, a través de las lágrimas,
yo sabía que al fin iba a quedarme
desnudo en la ribera de la risa.
Aquí,
hoy,
digo:
siempre recordaré tu desnudez entre mis manos,
tu olor a disfrutada madera de sándalo
clavada junto al sol de la mañana;
tu risa de muchacha,
o de arroyo,
o de pájaro;
tus manos largas y amantes
como un lirio traidor a tus antiguos colores;
tu voz,
tus ojos,
lo de abarcable en ti que entre mis pasos
pensaba sostener con las palabras.
Pero ya no habrá tiempo de llorar.
Ha terminado
la hora de la ceniza para mi corazón:
Hace frío sin ti,
pero se vive.

Después de muchas idas y vueltas, finalmente un informe emanado de la Central Intelligence Agency (CIA), determinó lo que ya se sabía: Roque Dalton no fue agente de los servicios norteamericanos.
Lo que sigue es un cable de la agencia EFE que da cuenta sobre el artículo publicado en The Washington Post y que confirma  el ruin misterio sobre la vida del poeta salvadoreño.





SAN SALVADOR- Una serie de documentos de la Central Intelligence Agency (CIA) relacionados con Roque Dalton han sido desclasificados y esclarecen que el poeta no fue agente de la CIA.
La documentación es presentada en el articulo “Reclutar, desertar o anular. La historia jamás contada de Roque Dalton, la inteligencia cubana y la CIA”, escrito por Charles Lane, del The Washington Post, que la revista mexicana “Letras Libres” también publica este mes, según dice David Hernández, en La Prensa Gráfica.
Con esto, la acusación hecha por los miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), organización guerrillera comandada por Alejandro Rivas Mira y Joaquín Villalobos, y a la que Dalton pertenecía, queda desmentida.
El poeta fue fusilado el 10 de mayo de 1975 por sus propios compañeros de armas y de organización, acusado de insubordinación, deserción y de ser agente de la CIA.
El ERP posteriormente se convertiría en una de las organizaciones que conformarían la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
Hernández señala que uno de los documentos “atañe a Harold F. Swenson, ‘Hal’, el agente de la CIA que lo interrogó (a Dalton) el 23 de septiembre de 1964 en la cárcel de Cojutepeque y, dos días después, en la finca del coronel Mario Guerrero, en Los Planes de Renderos”. Lo anterior fue plasmado por Dalton en su libro “Pobrecito poeta que era yo”.




La publicación dice que “Hal” intentó reclutar a Dalton para la CIA y que estuvo acompañado del desertor cubano Vladimir Rodríguez Lahera, conocido como “El Ratón”, quien había adiestrado militarmente a 23 salvadoreños en Cuba, incluido Dalton, entre septiembre de 1962 y marzo de 1963.
Por otra parte,  la publicación de Hernández señala que “Dalton y otro miembro del grupo de salvadoreños entrenados en Cuba, Pedro Rafael de la Cantera, actualmente residente en México, habían sido reclutados por la Dirección General de Inteligencia (DGI) cubana”.
La estadía de “Hal” en El Salvador obedecía al seguimiento que la CIA le daba al poeta, al que consideraron como un “candidato idóneo” para ser un agente doble “debido a su pertenencia al servicio secreto cubano y al PCS”.
Para Juan José Dalton, hijo de Roque Dalton, esta información enaltece la “honestidad” con que su padre se conducía en su quehacer político y literario, y pone el dedo en el renglón del “monstruoso crimen” y de la “impunidad” que ha alcanzado hasta el actual gobierno.
“Siempre, siempre, tuvimos confianza en la honestidad política y patriótica de nuestro padre, Roque Dalton. Cada vez que se revelan los detalles de su vida y de su quehacer intelectual, su figura se hace más grande y su crimen más monstruoso, agrandado esto por la impunidad vigente por el actual jefe de Estado de El Salvador, Mauricio Funes, quien se empeña en mantener a uno de los asesinos de Dalton en su gobierno”, dijo.
Jorge Meléndez, conocido como “Jonás” acusado de participar en el asesinato de Roque Dalton, dijo en una entrevista dada a ContraPunto, que la dirección del ERP estaba conformada por Lil Milagro, Alejandro Rivas Mira, Joaquín Villalobos, Fermán Cienfuegos, y que Rivas Mira fue quien formuló la acusación de que Dalton era agente de la CIA, basándose en declaración de Salvador Cayetano Carpio.
“Yo no recuerdo el asesinato de Roque Dalton, recuerdo un proceso político en el cual salieron muertos varios compañeros, uno de ellos, Roque Dalton”, dijo el actual director de Protección Civil a ContraPunto. Menéndez se desmarca de toda responsabilidad en el asesinato de Dalton, pero fue su propio jefe quién lo señaló.
Villalobos apunta, en una entrevista dada al periódico mexicano Excélsior, que Menéndez era parte de la dirección del ERP que condenó a muerte a  Roque Dalton.
“Fue una decisión de la dirección de esa época de 1975 que son, tendría que hacer una precisión, pero por ahorita me recuerdo de Alejandro Rivas Mira, Jorge Meléndez, Vladimir Rogel, Alberto Sandoval (Lito) y otro compañero de seudónimo Mateo y yo. Probablemente se me ha quedado un par de nombres más”, dijo el ex comandante guerrillero.
Recientemente, Villalobos y Menéndez fueron sobreseídos en un juicio por el caso de asesinato de Dalton; la exoneración del cargo se dio por petición del Fiscal General, quien consideró que el caso había prescrito y porque el juez considero que el asesinato del poeta no constituía un crimen lesa humanidad.
Veinticuatro años después de su asesinato, en 1999, el poeta y pintor salvadoreño Javier Alas publicó la primera biografía bajo el título Roque Dalton, el turno del poeta (Editorial Delgado, El Salvador).
En 2006, Melgar Brizuela defendió en el Colegio de México una extensa tesis doctoral sobre el autor del Poema de amor y en 2010  Luis Alvarenga culminó su tesis sobre Dalton, defendida en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.
Sus poemas han sido traducidos a diversos idiomas y su obra objeto de numerosos estudios.
Roque Dalton recibió, entre otros  premios, la Mención del Premio Casa de las Américas en 1962 por El turno del ofendido y el  Premio Casa de las Américas en  1969 por Taberna y otros lugares.


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