No le resultó fácil a María Angélica Bosco (1909-2006) transitar el
camino de la literatura. Como siempre, la vieja historia de una mujer que se
metía en la fiesta de los hombres y que, además, era talentosa. Para colmo
incursionaba en el terreno del policial desafiando a cualquiera que quisiera marcarle
el paso. Estaba claro que la autora tenía suficiente oficio para demostrar
quien era. “Las mujeres aburren a los lectores contándoles qué malos son los hombres
y qué desgraciadas son ellas. La literatura femenina era un gran pañuelo. Yo no
quería hacer eso, entonces por compasión al lector, para que se distrajera,
para que se divirtiera y no me secara las lágrimas, me pareció que el policial
era una oportunidad”, dijo alguna vez y remató: “Soy liberal, desobediente y
rebelde de profesión”. Cachetada más, cachetada menos, así se manejó en una
época donde el género ya había dado grandes pasos desde que los norteamericanos
con Dashiell Hammett a la cabeza, con su realismo y violencia, nos mostraran un
mundo hostil y corrupto donde el abuso y el deterioro moral destruían todo.
Como señalara Raymond Chandler: “La novela policíaca realista habla de un mundo
en el que los bandidos pueden gobernar naciones y casi gobiernan ciudades; en
el que los hoteles, los edificios de departamentos, los restaurantes famosos
están en manos de hombres que han hecho fortuna con los prostíbulos. Un mundo
donde un juez cuya bodega está llena de licores puede condenar a un hombre por
tener una botella en el bolsillo”. Pero no tomemos estas palabras al pie de la
letra. Sabemos que la realidad supera a la ficción y en este terreno ni el
mejor de los autores sabe como manejarse.
De todos modos, en lo que hace a la literatura de género policial
argentino, podemos ubicarnos en 1932, cuando en forma de folletín aparece en el
diario “Critica” El enigma de la calle
Arcos, que debe considerarse la primera novela policial argentina. Su autor
es Sauri Lostal, un nombre que huele a seudónimo y que seguramente lo utilizó
uno de esos periodistas duchos que contaba el periódico. En ese mismo año, como
réplica a este desafío “Noticias Gráficas” tira otro folletín: la novela El crimen de la noche de bodas de Jacinto Amenábar, seudónimo de Alberto Cordone,
y ya para 1934 el diario “La Prensa” se anima a publicar en su suplemento, los
cuentos que bajo el seudónimo de Jerónimo del Rey publicará luego su libro Las muertes del P. Metri (1942) el Pbro.
Leonardo Castellani. Antecedentes de un mundo con arenas movedizas y pantanos
que ya para los años 40 se canaliza como fenómeno degradado en la tendencia
clásica deductiva inglesa y en la no menos explorada vertiente francesa. En
1940 Abel Mateo golpea la puerta, enciende la luz y pone sobre la mesa Con la guadaña al hombro un título
firmado con el seudónimo de Diego Kelbiter y cuyo protagonista es el detective
Bernal Chester. La gran novedad es que para entonces Jorge Luis Borges escribe La muerte y la brújula y junto a Adolfo
Bioy Casares publica bajo el seudónimo de H. Bustos Domecq, Seis problemas para don Isidro Parodi,
un detective deductivo que desde su celda de la desaparecida Penitenciaria
Nacional resuelve los enigmas que le presentan.
Bioy Casares y Silvina Ocampo en 1945 se muestran con Los que aman, odian, una novela que
ellos mismos tratan con los años de olvidarla.
Bioy Casares y Borges no desmayan y en 1946 capturan a Los mejores cuentos policiales, una antología donde juntan a Wilkie
Collins, Agatha Christie, Dickson Carr, Graham Greene y William Faukner e
incorporan un cuento de H.Bustos Domecq y otro de Manuel Peyrou. Ya en los ’50
tomará forma la gran novedad del género policial con el lanzamiento de “El
Séptimo Círculo” de la Editorial Emecé, dirigida por Borges y Bioy Casares. Allí
aparecerán nombres como Rodolfo Walsh, Syria Poletti, Enrique Anderson Inbert,
Marco Denevi, Enrique Amorín y María Angélica Bosco.
En febrero de 1945
nació El Séptimo Círculo, la colección dirigida por Jorge Luis Borges y Adolfo
Bioy Casares. El primer título fue La
bestia debe morir , de Nicholas
Blake, en traducción de Juan Rodolfo Wilcock. La novela narraba el minucioso
plan de un padre para asesinar al hombre que había atropellado y dado muerte a
su hijo. Nicholas
Blake era el seudónimo que usaba el poeta Cecil Day Lewis (padre del actor
Daniel Day Lewis) para escribir sus novelas policiales. Desde el volumen
inicial de su catálogo, El Séptimo Círculo fue un éxito, y durante muchos años
las tiradas se mantendrían alrededor de los 14.000 ejemplares. Borges contaría,
sin embargo, que le había costado convencer a la editorial de las ventajas de
la colección, por la ausencia de prestigio del género.
En 1955 María Angélica Bosco publica la novela La
muerte baja en el ascensor, con la cual obtiene el Premio Emecé de 1954.
Novela ésta de buena factura y compleja trama que está ambientada en una casa
de departamentos de la calle Santa Fe. En el prólogo de la edición, Ricardo
Piglia dice: Una mujer desciende a la madrugada en el ascensor iluminado de un
exclusivo edificio de la calle Santa Fe. Es joven, es bella y está muerta.
Sobre esa imagen gira una de las mejores novelas policiales escritas en
Argentina. Convertida en literatura mundial, en el siglo XXI la novela policial
ha puesto en cuestión el predominio del thriller a la norteamericana y ha
flexibilizado sus procedimientos siguiendo la ruta de los temores sociales. La
muerte baja en el ascensor se liga a ese nuevo espacio de lectura del género;
afirma los clásicos presupuestos del relato de investigación y a la vez los
renueva y los modifica. Perversa novela de costumbres, La muerte baja en el ascensor confirma que la literatura policial
es la que mejor realiza la primordial y despiadada presunción de Homero: los
dioses han enviado las desgracias a los mortales para que puedan contarlas.
Con La muerte baja en el ascensor,
Bosco abrió caminos alternativos para el policial, especialmente por la
complejidad con la que sus personajes entran en juego desde sus psicologías,
con lo que, leída muchos años después, puede arriesgarse, creemos que sin
mucho margen de error, que mientras que el policial negro se encontraba en
pleno auge, la autora de La muerte baja en el ascensor, echando mano a una
estructura más clásica del género, daba ya pasos hacia el thriller psicológico
con germinales toques que comprometían al lector de otras maneras.
Conocedora de los recovecos, los secretos y las idas y vueltas que un
policial precisa para atrapar a los lectores, Bosco logró con esta novela
impactar al jurado (y luego al público) gracias a una trama que no da tregua en
la búsqueda no sólo de la resolución del caso, sino que tampoco ofrece calma en
el desovillado de las relaciones humanas que se dan al interior de ese edificio
en el que viven un soltero de activa vida nocturna, un respetable médico, una
pareja de hermanos inmigrantes, un hombre muy enfermo con su esposa y su hija,
el portero y su mujer.
La historia que se narra en La muerte baja en el ascensor ocurre en
Buenos Aires a mediados de la década del ´50 en un ambiente urbano de clase
media. Sus personajes son europeos emigrados de la posguerra o descendientes de
españoles que usan el “tú” en la conversación cotidiana. Cuando el peronismo
declinaba, en el umbral de la arremetida cívico- militar que lo derrocó, Bosco
escribía una novela de factura impecable cuyo lenguaje ha envejecido. Este
anacronismo involuntario nos habla de lo que cierta literatura fue, para
nuestra sociedad, en el contexto político de una época de disputas enérgicas y
fracturas que perduran todavía. Una evasión lúdica, solvente y prolija. Un
artificio pudorosamente ajeno a las vísperas de la tragedia.
No le
gustaba que la calificaran como la “Agatha Christie” argentina por haberse
dedicado al género policial, pero una vez en la Feria del Libro firmó un
autógrafo a una señora que la había confundido con la escritora inglesa.
Después de su primer éxito llegaría La
muerte soborna a Pandora (1955). La
trampa (1960), Premio Fondo Nacional de las Artes, Tercer Premio Municipal
1961, Faja de Honor de la SADE y llevado al cine en 1974 con el título El amor infiel; El comedor de diario (1963) . En 1996 publicó Tres historias de mujeres; en 1999 Memoria de las Casas. Como ensayista publicó Borges y los otros, en 1967, reeditada en 2000 y Carta abierta a Judas (1971). Entre 1977
y 1979 escribió varios libretos para el programa televisivo División Homicidios. Fue condecorada por
el gobierno italiano en 1989 con el titulo de "Cavaliere de la Orden del
Mérito y elegida como "La mujer del año" por el Rotary Club de Buenos
Ares en 1987. Fue homenajeada por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de
Buenos Ares en el año 2000.
Alguna vez le preguntaron cómo imaginó los argumentos de sus novelas
policiales y si estaban basados en hechos reales o son totalmente ficticios. La
autora respondió: Solo partí de un hecho real en mi segunda novela Muerte en la costa del río pero
recreándolo porque carecía de información sobre el caso: El feroz asesinato de
una joven mujer en su departamento del barrio de Flores. La saña de los
asesinos hacía suponer que eran allegados, allegados locos. En ese tiempo (hace
mas de treinta años) solía comer en casa de una amiga común en casa del
comisario Watkins, Inspector Jefe de la Policía Federal -Déme entrada al
sumario, le pedía. El se negaba: -Sólo falta que venga usted con su imaginación
a complicarnos más de lo que estamos, me decía. Inventé entonces la novela, y
la situé en Colonia, porque me parecía un bonito marco el del Puerto Viejo que
hacía posible un doble acceso a la casa del crimen y un interesante elenco, la
gente de los yates anclados allá. Diez años después el crimen se descubrió;
como yo supuse, fue causado por la locura agravada por el vínculo familiar. La
instigadora resultó ser la madre, una fanática de un culto esotérico que la
hija repudiaba. Mataron a la joven para sacarle el diablo del cuerpo (sic) La
realidad gana por vanos cuerpos a veces a la ficción.
Nos resulta interesante incorporar a este panorama la entrevista de
Daniela Aspeé Venegas que fue publicada para Archivos del Sur. Realizado en
2004, es un rico material que difundimos con el propósito de mostrar otra
mirada sobre la autora.
¿Por qué escribió policial?
Me gusta el género, me gusta
resolver enigmas. Me acuerdo que cuando veraneábamos en la estancia de mis
padres, ya estábamos casadas, mis hermanas y yo (éramos cuatro mujeres y un
varón) y entonces, leíamos el folletín de La prensa -La prensa publicaba
siempre un folletín policial-. Lo leíamos y como en el campo no hay nada que
hacer, hacíamos apuestas para ver quien acertaba con el asesino, y siempre
acertaba. Bueno, mis hermanas me decían "lo que vos hacés es apostar por
el que tiene menos chance, y claro, si parece que el sistema es bueno, por qué
no lo adoptás". Así que, siempre me entretuvo, y ya ves, me entretenía
buscando el asesino por mi cuenta y, por lo general, acertaba. Así que sabía
solucionar los enigmas policiales. Y después ya te digo por qué lo hice. Ya ves
que la literatura femenina se ahogaba entre llantos y sábanas, las mujeres contaban
sus historias con los hombres y yo no quería ingresar en ese camino. Así que
entonces la novela policial me ofrecía la oportunidad de escribir algo que no
se comprometía con mi intimidad femenina. Al final, algo que no fuera
autobiográfico. Para mí era la falla de las mujeres, porque pensar sólo en uno
es como, cuando uno viaja en tren en la noche, y mira por la ventanilla, lo que
primero aparece reflejada en el vidrio es la cara de uno, pero si uno no
traspasa no ve el paisaje. Y entonces, a la gente que se encierra en sí misma
le pasa eso. Siempre vamos a estar un poco encerrados en nosotros mismos porque
es nuestra manera de ver el mundo, nuestra manera de pensar, nuestras
preferencias, siempre hay algo nuestro en nuestra manera de proyectarnos en el
mundo. No nos proyectamos todos en la misma forma. Pero, me parece que el
novelista debe primero conocer, tratar de viajar al interior de sí mismo, y
después salir de ese interior y viajar por el mundo.
En todas sus novelas, sobre todo
en las policiales, plantea muchísimo los problemas femeninos. ¿Ve que el
policial sea un recurso para eso, para mostrar los problemas de las mujeres?
A mí me ha interesado. La trampa
es un análisis, es sicológico, porque el pasado es modificado a veces, se te
revela de una manera diferente de cómo lo habías visto. Te estoy hablando de
mis primeras novelas, yo había pensado en La trampa como una novela policial y
después no quise encasillarme en el género. Porque Agatha Christie, con la que
me comparan, me llaman la "Agatha Christie argentina" y yo protesto,
porque en una época yo decía, "es más vieja, está muerta y yo estoy
viva". Agatha Christie hizo un negocio muy provechoso adoptando casi un
estilo definitivo para sus novelas. Yo no quería encasillarme dentro de un género,
ni de la manera de tratar ese género. Mis novelas policiales son muy
diferentes. Por eso, cuando estaba escribiendo La trampa, dije no, no voy a
hacer una novela policial, voy a hacer una novela de suspenso. Casi todas mis
novelas tienen suspenso. La novela en general tiene que tener un suspenso
porque hay que atrapar al lector y llevarlo a que le interese la historia.
El tema de la mujer me ha
interesado. No te olvides que en el siglo XX, tal vez de todas las
revoluciones, de todos los cambios, el más importante, del punto de vista de la
vida humana, es el cambio de la vida de la mujer. Fijate cómo influye eso en la
educación de los hijos, en la educación de la juventud. Entonces, cómo crees
que no me interese el problema si yo lo viví. No te olvides que yo nací en
1909. De modo que el mundo de mi infancia no es el mundo de ahora, casi un
siglo.
Pero, en general, lo policial ha
sido visto como masculino
Bueno, sí, la novela negra tiene
que ser masculina. Porque, en general, el hombre tiene más acceso al mundo del
bajo fondo que la mujer. Siempre hay violencia, fuerza, violencia. Hay muy
buenos novelistas de novela negra, pero una vez dije -había leído una novela en
la que en cinco páginas el novelista explicaba cómo el protagonista le rompía
los huesos a otro- dije esto nunca lo puedo hacer yo, porque yo no le rompo los
huesos a nadie. Es muy difícil que una mujer pueda escribir sobre violencia.
Hay muy buenos novelistas policiales de la serie negra, como Chandler y Ross
Macdonald.
¿Cuáles son los escritores
policiales que a usted más le gustan?
Soy muy pretenciosa: Chesterton y
Graham Greene. La novela policial no es solamente para ellos novela de acción,
es también una novela de pensamiento. Y entonces, porque son novelistas
completos que se dedican alguna vez al género policial y eso me parece más
importantes.
¿Escritores argentinos de novela
policial?
Manuel Peyrou que tenía mucho
sentido del humor. Pero no hay. Piensa que cuando apareció mi novela policial
llamó la atención porque el género no se cultivaba en la Argentina, se lo
consideraba un género menor, y no se lo cultivaba y mucho menos las mujeres.
Entonces me miraron como a un bicho raro.
Hablando de Historia Privada, el
personaje principal, Laura Viotti, se parece en algunos aspectos a las
detectives de las novelas duras norteamericanas escritas por mujeres en los 80,
que ponen en duda sus roles de madre, esposa.
Yo apoyo el matrimonio, apoyo la
familia, soy muy unida a mi familia. Y sí, he luchado por los derechos de la
mujer porque se la iguale en los derechos, pero también entonces en las
obligaciones. Derecho y obligación van juntos. Pero, jamás he podido pensar que
la mujer es igual al hombre, biológicamente somos diferentes y además el mundo
necesita eso. Porque si una mujer, no tiene panorama de mujer para vivir en el
mundo, falla. El mundo necesita el punto de vista de la mujer y el punto de
vista de los hombres, necesita la diferencia.
Siguiendo con lo mismo, a esas
escritoras que le mencionaba se les criticaba que, en su intento de configurar
detectives independientes de todos los roles socialmente impuestos a las
mujeres, querían responder al concepto de fracasadas de las mujeres sin
familia.
Bueno, cada uno busca su
felicidad según su olfato. Dónde está la felicidad para uno, no está para otro.
No hay una receta de felicidad. Cuando se habla de la homosexualidad, que en mi
época se consideraba como una falla, y ahora no se la considera una falla, por
suerte, porque también está dentro de la naturaleza. Sabés que existe en los
animales homosexualidad también. Entonces, lo que a mí me parece es que cada
uno debe asumirse. Siempre me pareció muy trágico, los homosexuales que se
escondían. Pero lo que es la felicidad para un homosexual no es la felicidad
para un heterosexual, ni es la sexualidad de un bisexual. Porque muchos
homosexuales se casan y no hacen matrimonios desgraciados, o hacen matrimonios
con problemas -como también ocurre cuando se casan hombres con mujeres-.
Además, las feministas no me gustan porque son parciales, ellas quieren
imponerle a todo el mundo su manera de ser. Yo pienso, hagan ustedes lo que
quieran, pero dejen de hacer proselitismo, persuasión. Hay ciertas normas de
conducta que tienen que ser respetables para vivir en sociedad, porque sino
tenemos la selva. Y a mí la selva no me gusta, a mí me gusta la vida
civilizada.
¿Qué piensa de la lucha feminista
o por los derechos de las mujeres?, ¿Ha fracasado?
Creo que se ha encarado mejor la
relación hombre mujer en el matrimonio. Porque ahora los hombres saben cambiar
un chico, saben darle de comer, saben cuidarlo. Lo que, cuando yo era joven, no
pasaba, porque ningún hombre tomaba un chico, porque se le caía de los brazos,
y cambiarle los pañales, jamás, ni prepararles la mamadera. En ese sentido, al
compartir las tareas de la casa no han perdido masculinidad los hombres, ni
feminidad las mujeres. Creo que simplemente, es un trabajo compartido
Volviendo a la literatura, aparte
de lo policial, ¿qué es lo que lee normalmente o qué le gusta leer?
Eso no me lo preguntes porque
tengo que empezar..., hay tantos, son tantos. Y voy a terminar por decirte que
mi autor favorito es Shakespeare, porque creo que fue el que describió mejor el
alma humana. No puedo contestar a esa pregunta porque leo mucho e incorporo autores
nuevos y me gusta leer autores actuales.
¿La literatura argentina le
gusta?
Sí. Hay muy buenos autores
argentinos.
Pero es también parte del culto a
Borges y a Cortázar
Sí, a ellos los dejamos en su
pedestal. Me gusta Marco Denevi, mi amigo, es un escritor espléndido, a quien
creo que no se le ha dado su lugar. Pero no es simpático estar nombrando
autores, en todos los países hay muy buenos autores.
¿Dentro de la literatura
latinoamericana hay algún movimiento en especial que le guste?
Yo cuando empecé a escribir fue
el momento del Boom de la literatura latinoamericana, cuando aparecieron en
México Carlos Fuentes, en Brasil tantos otros. Jorge Amado, que para mí es un
escritor espléndido. Bueno, esto fue muy interesante la literatura latinoamericana,
y aún ahora. Acabo de terminar la novela de un mexicano, Javier Velasco, que
está escrito en una manera muy original, usando un lenguaje típico mexicano,
habría que leerla con traductor, muy interesante. Una novela policial que te
recomiendo es de Guillermo Martínez, Crímenes imperceptibles, es un autor
relativamente joven, es un libro excelente.
En sus libros está muy presente
el contexto histórico del momento de escritura,¿qué momento de la historia
Argentina son los que mas la han impactado?
Lo que más me golpeó fue el
acceso de Perón y después la llamada guerra sucia de los años 70. Fue muy duro,
en Chile también la tuvieron con Pinochet, es muy cruel, hay desaparecidos, es
muy fuerte eso, es mas cruel que una guerra porque es una guerra escondida y no
se sabe que ha pasado con los desaparecidos, desaparecieron escritores también.
Y en ese sentido ¿qué función
cumple la literatura?
Bueno no lo podemos evitar, no
tenemos la fuerza para poderlo evitar. Si pudiéramos evitar el, mal el mundo se
convertiría en un paraíso. Nunca entendí por que existe el bien y el mal, esas
son preguntas sin repuesta. Simplemente existen, porque la vida se hace de los
contrastes, la vida se hace de las oposiciones, porque de lo contrario seria el
edén, el nirvana.
¿Y esas oposiciones son lo
primordial en sus novelas policiales, por ejemplo?
En las novelas policiales se
simplifica mucho, porque existe el mal, que es el asesino, y el bien que es la
ley que lo persigue, pero primero en las novelas de la serie negra se fueron
cambiando los roles, los detectives se parecieron mucho a los criminales, cosa
que en la realidad sucede mucho.
¿Cómo se escribe una novela
policial?¿cuáles son los elementos necesarios?
Se escribe al revés de las
novelas que no son policiales que siempre tienen un final abierto, porque el
final va surgiendo de la acción misma. La novela policial, lo primero que tenés
que tener es el final. El final no puede ser abierto, sobre ese final cierto
construís el misterio. Creo que para que la novela policial tenga fuerza y
verosimilitud, hay que partir de una base cierta, de un hecho cierto que es el
final. Es decir, cómo ocurrió el crimen y después te dedicás a disfrazarlo.
¿Piensa usted que las mujeres
escriben el policial con motivaciones distintas a las de los hombres?
Bueno sí, claro. Pero tendrías
que decir ¿las mujeres escriben distinto que los hombres?. No es solo en el
policial, es en cualquier género. No me gusta ver a los escritores encasillados
en el sexo, como médicos y médicas, abogados y abogadas, son profesionales para
mí, lo importante es que cumplan bien con le profesión, el sexo me tiene sin
cuidado.
Volviendo a Agatha Christie, ya
me dijo que no le gustaba de ella, pero ¿qué sí le gusta?
Las obras teatrales de Agatha
Christie.
¿Autoras argentinas que haya
leído que le gusten?
No te voy a contestar esa
pregunta
¿Por qué?
Porque no se puede ser juez y
parte. Yo soy parte de las escritoras argentinas, no quiero convertirme en el
juez.
¿Pero no tiene alguna favorita?
Como escritora profesional,
Silvina Ocampo, la de más quilates me parece Silvina Ocampo. Pero además,
todas. Marta Lynch, Beatriz Guido, María Esther de Miguel, todas fueron amigas
mías. Entonces, están demasiado cerca los amigos para convertirte en el
crítico.
¿Me puede hablar de María Esther
de Miguel?
Era muy luchadora. Ella sí era
feminista. Tú sabes que fue monja ella. Ella se hizo monja paulina. Muy joven,
no usaban hábito, no estaban enclaustradas. Cuando la premiaron por primera vez
todavía era monja paulina. Y después dejó. María Esther era muy simpática, muy
luchadora. Algunos libros, como por ejemplo La historia de Belgrano, creo que
no acertó porque Belgrano es una figura muy compleja, y ella no puso el
problema sobre la mesa y entonces resultaba un poco manual, pero tiene libros
muy buenos. Con qué coraje luchó contra el cáncer que la mató.
·
1934 El
corazón de la princesa (cuentos).
·
1954 La
muerte baja en el ascensor (novela).
·
1956 La
muerte soborna a Pandora (novela).
·
1960 La
trampa (novela).
·
1963 El
comedor de diario (novela).
·
1963 ¿Dónde
está el cordero? (novela).
·
1967 Borges
y los otros (ensayo).
·
1968 La
negra Vélez y su ángel (novela).
·
1971 Carta
abierta a Judas (novela).
·
1975 Cartas
de mujeres (relatos).
·
1981 En
la piel del otro (novela).
·
1993 Burlas
del porvenir (novela).
·
1996 La
muerte vino de afuera (novela).
·
1996 Tres
historias de mujeres (relatos).
·
1998 Memoria
de las casas (autobiografía).
·
2003 La
noche anticipada (relatos).
·
1954 Segundo
Premio Emecé de Novela, por "La muerte baja en el ascensor".
·
1960 Tercer
Premio de Novela de Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, por "La trampa".
·
1960 Faja
de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, por "La trampa".
·
1974 Segundo
Premio de Novela de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
·
1974 Segundo
Premio Nacional Regional.
·
1984 Primer
Premio de Novela de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
·
1987 Personalidad
Literaria del Año, por el Rotary Club de Buenos Aires.
·
1990 Condecoración
del gobierno italiano.
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1994 Premio Konex -
Diploma al Mérito en la categoría "Novela: 1984-1988".
Tuve el gusto y el honor de ser su vecino durante el largo período que vivió en la calle Lapida al 1100. Una mujer con talento e increíblemente sencilla y bondadosa. Muchas son las cosas que aprendí de ella, que me sirvieron y me sirven en al camino de la vida.
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